jueves, junio 19, 2025
No menu items!
spot_img
InicioESPECIALESEl Son del Tuno - Una oportunidad de vida pacífica

El Son del Tuno – Una oportunidad de vida pacífica

En la vereda El Tuno, los músicos se dan silvestres; son los portadores de la tradición musical de esta región del Valle de Patía

Por Antonio María Alarcón Reyna

La agrupación musical Son del Tuno, en un proceso de mas de 35 años, ha ido consolidando la música tradicional, mediante un trabajo serio, comprometido y que ha permitido la recuperación de muchos cantos ancestrales. Hablamos con Deibar Llanos González, integrante del Son del Tuno y estas son sus apreciaciones

El son del Tuno es una comunidad, es pasión, es cultura, es recuperación, es todas las vivencias culturales que se puedan encontrar en una región y que sirven como para afianzarse las personas cada día en sus raíces, en lo que son.

Son del Tuno es una oportunidad de vida pacífica, es una oportunidad de enseñanza para los venideros y es una escuela que ha venido de generación en generación transmitiendo esos conocimientos a todos los niños que vienen. La investigación que hacemos para componer los temas que interpretamos, pese a que no es tan profunda, nos permite entender que contamos con sabedores de la región y la situación es sentarse con estos personajes y comenzar a indagar sobre lo que sucedía y sobre lo que se hacía anteriormente acá en la región. Si hemos investigado muchos temas, hemos escudriñado desde por allá de lo más profundo para poder grabar canciones que anteriormente se cantaban pero que ya estaba en el olvido, y así poco a poco hemos ido recuperando una serie de cantos y obviamente hay muchos más que todavía están en proceso y que los vamos a llevar algún día a inmortalizarlos, manifiesta Deibar.

El proyecto del grupo comienza en 1988, hace unos 36 años. Hay un antes y un después. Antes había muchos músicos porque esta región del Tuno ha sido la cuna de muchos músicos, todos empíricos. Con mi abuelo y mis tíos abuelos, existía mucha música y muchos compositores y artistas que eran los encargados de amenizar las fiestas porque antes era sin grabadora y sin equipos de sonido.

Solo los artistas y los instrumentos de cuerda tradicionales de la región amenizaban las fiestas, pero como las fiestas de nosotros los negros son de toda la noche y hasta el amanecer, se hacía necesario que existieran varios músicos que se iban turnando para que la música nunca dejara de sonar. Por eso había muchos músicos, unos tocaban un rato y luego entraban otros y así se iban rotando para aguantar el ritmo”.

La guitarra, el violín, la tambora y las maracas, eran los instrumentos que se usaban en esas parrandas y era lo que le daba la alegría y el son afro a estos eventos. A partir de ahí ya comenzamos a ir incursionando en otros instrumentos que le fueron dando, de acuerdo a las exigencias del oído de las personas, tocaba que ir buscando otras alternativas.

A partir de 1988, Adolfo Albán Achinte, docente de la Universidad del Cauca, llega a hacer un trabajo cultural muy fuerte acá en la región y es ahí cuando se encuentra con el Son del Tuno y las Cantaoras del Patía que son como los grupos bases de este proceso de recuperación de tradiciones y él decide apoyar a estas dos regiones y propone que para formalizar se conformen agrupaciones como tal e inicia con la unión del Son del Tuno y la Cantaoras del Patía, en un grupo que se llamó Grupo Recuperación de Tradiciones Culturales.

Luego se constituye el Son del Tuno para recuperar el bambuco patiano y toda la música de baile y de fiesta y las Cantaoras empiezan a cantar los arrullos, los alabaos, y todas esas tradiciones rituales que tenía la gente y por eso se llaman Cantaoras, porque cantan y oran al mismo tiempo.

A partir de eso Son del Tuno, con el apoyo del maestro Albán, empieza a salir a hacer presentaciones en las Fiestas Patronales. Nuestra primera salida y presentación fue a las fiestas de Nuestra Señora del Tránsito de Patía, a Silvia, a Ginebra, a Taminango a un festival que se llama La Voz del Curiquingue, al Festival Petronio Álvarez, al evento CREA, en fin, empezamos a salir y a cantar en diversos escenarios.

Comenzamos a visibilizarnos y a darnos a conocer, aunque inicialmente la gente no era muy cercana a nuestra música porque los ritmos nuestros eran tan conocidos y populares en la región, pero ya los equipos de sonido podían traer otros ritmos como la salsa y otros sonidos más comerciales, que nos dejaban en desventaja.

Pero posteriormente cuando se tuvo la oportunidad de grabar el primer disco compacto hacia el año 2000, a finales del periodo del gobernador Cesar Negret, y luego de la venta de Epsa, se logró que parte de esos recursos se invirtieran en cultura y la gente pudo participar en la decisión de invertir y resultamos favorecidos para grabar profesionalmente nuestro primer trabajo musical con algunos grupos de la región.

En nuestro trabajo musical que tanto gozábamos, teníamos la canción La Bartola que es un tema insignia del grupo El Son del Tuno, al punto de que nos llamaban Los Bartolos, pero cuando ya el tema de grabó de forma profesional, la sorpresa fue muy emocionante cuando veíamos que la gente, al escuchar la canción en los amplificadores de los equipos de sonido de las fiestas populares, la cantaba y la bailaba, al punto que el disco se estrenó en el Patía, Patía, en unas fiestas y para nosotros era impresionante escuchar el disco muchas veces y en todas las casetas, de manera que por donde pasábamos la gente estaba feliz con la canción.

Fue una cosa espectacular entender que La Bartola ya estaba a otro nivel y a partir de ahí empezamos a tomar otro aire y aparecieron las contrataciones en otros lugares y la parte monetaria empieza a mejorar para todos.

Nosotros, hasta el momento, tenemos canciones originales que trabajamos en investigación, a las que le aplicamos algunos arreglos musicales que nos permitan competir comercialmente, pero con nuestra propia cultura y en una buena presentación. Por eso nos ha tocado hacer muchos arreglos, y entre todos vamos aportando en la construcción de cada tema.

Cuando hicimos la segunda grabación, se llamó La Chiva del Encanto y lo hicimos con FUNDECIMA; en esa ocasión ellos nos enviaron un músico de apoyo para que cuando llegáramos al estudio, todo estuviera sincronizado y técnicamente bien construidas las canciones, especialmente en las terminaciones, en los arranques, en que la melodía conservara el compás, pero respetando nuestra esencia, obviamente se hacía sin partituras. El maestro decía que él venía a acompañarnos, pero los que sabíamos éramos nosotros.

Por eso cuando llegamos a grabar en el estudio, la grabación se demoró muy poco, y grabamos en bloque. Hubo una sola canción que nos costó trabajo y duramos medio día grabándola, hasta que al final la pudimos terminar.

Hubo un tiempo en que El son del Tuno, perdió el violín pues el músico que lo tocaba se murió y el instrumento desapareció del grupo. Se grabaron otros discos pero posteriormente el mismo Adolfo Albán que siempre nos ha acompañado en el proceso cultural, empezó a buscar la manera de recuperar el violín patiano y en esa gestión le regalaron dos violines que nos trajeron y los teníamos quietos porque nadie sabía tocarlos, hasta que nos atrevimos a tocarlos, sacamos el arquillo y las cuerdas no sonaron, pero encontramos la colofonia (que es la cera) y la untamos y el violín sonó. El maestro Efraín que toca el requinto, empezó a reencontrase con el violín y entre todos fuimos aprendiendo empíricamente.

Algunos adultos se emocionaron y también llegaron a aprender y para ese tiempo nosotros formamos un grupo de adultos mayores que tocaban el violín. Entonces teníamos los adultos mayores, El Son del Tuno y El Son Tunito y en los actos culturales, presentábamos primero los adultos mayores, luego El Son del Tuno y finalmente el Son Tunito y eso era una maravilla para nosotros y para los asistentes porque se veía todo el proceso.

Hoy seguimos con la creación del semillerito y se va ascendiendo, en la medida en que los niños van creciendo, se van incorporando a los siguientes grupos. Acá terminamos construyendo violines en totumo, pero también usamos los violines convencionales.

Hay investigadores culturales como Paloma Muñoz, que nos han acompañado mucho en este proceso para fortalecer nuestros valores como identidad cultural y sobre todo el reconocimiento en otros espacios, dado el interés de que el grupo se presente en otros escenarios,

Estamos próximos a grabar otro disco y continuamos apoyando la escuela de formación, pese a que tenemos poco apoyo institucional.

Queremos seguir expandiendo nuestra música y nuestra cultura a todo el mundo y preparar los chicos que vienen en los procesos para que nuestras tradiciones musicales se mantengan y se perpetúen para bien de la música y la cultura patiana.

ARTICULOS RELACIONADOS

NOTICIAS RECIENTES

spot_img