Por primera vez en la historia, la Academia Colombiana de la Lengua abre sus puertas a dos mujeres caucanas: la poeta afrocolombiana Mary Grueso Romero, egresada y profesora de la Universidad del Cauca, y la lingüista Misak Bárbara Muelas Paz, escritora caucana que ha compartido su obra y conocimiento en algunas publicaciones y aulas de la Alma Mater caucana.

Por: Centro de Gestión de las Comunicaciones / Área de Prensa Unicauca
En este sentido, resulta primordial recordar que la Academia Colombiana de la Lengua, filial de la Real Academia Española, además de ser la más antigua de las corporaciones americanas, ha sido durante siglos uno de los máximos referentes en la regulación y estudio del español en Colombia, por lo que la designación de Mary Grueso y Bárbara Muelas como integrantes de este organismo, no solo constituye un paso decisivo en el reconocimiento de la diversidad lingüística, sino que cuestiona los cimientos mismos de lo que tradicionalmente se ha entendido como lengua, literatura y conocimiento.
“Para mí esto significa un paso muy importante, diría que gigantesco, porque esos lugares han estado vedados para las minorías étnicas de este país y el hecho de haber una negra y una indígena en la academia, pues me parece extraordinario. En mi caso particular no soy yo, es todo un ejército de hombres y mujeres negras que han venido construyendo, en este país, desde la diáspora africana, para poder alcanzar espacios como estos, así que yo me siento muy contenta por haber sido la persona que alcanzó este logro, pero como le dije anteriormente, es un logro que ya se venía trabajando por otros que me antecedieron”, expresó Mary Grueso, con la humildad de quien sabe que su voz es eco y semilla de muchas otras, pues desde la poesía, la oralitura y la educación, esta talentosa afro ha narrado la vida y resistencia de las comunidades del Pacífico, abriendo caminos desde las periferias literarias hacia el centro de los escenarios culturales colombianos. Su paso por la Universidad del Cauca no solo la formó, sino que la convirtió en formadora de nuevas generaciones, sembrando la palabra como herramienta de dignidad y memoria.
Por su parte, Bárbara Muelas, lingüista del pueblo Misak, asume este nombramiento como un acto de resistencia y un puente de diálogo, “Para mí, estar en la Academia Colombiana de la Lengua es honrar la lengua Namtrik; es un acto de resistencia y preservación, llevando nuestra voz y sabiduría ancestral a los espacios donde históricamente se nos ha invisibilizado. También es tejer puentes entre conocimientos y una oportunidad para dialogar, desde nuestra cosmovisión, con la academia occidental, enriqueciendo el español con nuestras raíces y luchas, visibilizando los territorios, mostrando que la diversidad lingüística y cultural de Colombia no está solo en las ciudades, sino en los pueblos que resisten con memoria y palabra”, señaló la traductora del capítulo étnico de la Constitución Política de 1991 al Namtrik, quien ha defendido incansablemente que las lenguas indígenas no sean vistas como piezas de museo, sino como sistemas de pensamiento vivos, capaces de enriquecer el español y transformar la academia desde adentro.
Ambas, desde sus orillas, coinciden en un llamado urgente: derribar las jerarquías que subestiman los conocimientos populares y ancestrales, abrir la academia a las voces que nacen de los territorios, que resisten en los cantos, en los cuentos, en las lenguas maternas que muchos insisten en folclorizar o silenciar. Para Unicauca, este acontecimiento tiene un significado especial, ya que Mary Grueso, como egresada y profesora, es parte de nuestra historia viva; mientras que Bárbara Muelas, aunque formada en la Universidad del Valle, ha publicado sus libros bajo nuestro sello editorial y ha compartido sus saberes en nuestras aulas. Así pues, estas hijas de la tierra caucana, tejedoras de palabra y pensamiento, ingresan a una institución que, durante siglos, ha respondido a las lógicas de occidente y hoy comienzan a abrirse a la riqueza cultural, lingüística y espiritual del Cauca.
En ese sentido, las autoras dirigieron un mensaje a las nuevas generaciones de jóvenes. “Me gustaría decirles que estamos construyendo o ayudando a ser una Colombia más grande, más fuerte y más equitativa desde las letras y la palabra. Nosotros, estando en la periferia de la literatura, hemos logrado avanzar hasta llegar aquí, entonces ustedes tienen que seguir creando y seguir pensando, porque si nosotros hicimos esto, ustedes tienen que tomar la bandera y seguir construyendo, seguir haciendo cosas positivas para que se engrose la parte afrocolombiana en el núcleo de la literatura universal y entonces así estamos ampliando el radio de acción y habrá más personas, no solo en la Academia Colombiana de la Lengua, sino en diferentes áreas del conocimiento”, manifestó la poeta Mary. Por su parte Bárbara, compartió una emotiva reflexión: “No abandonen su lengua materna ni su forma de expresarse, porque en ellas vive la sabiduría de nuestros mayores. Así que escriban, canten o cuenten historias con orgullo, pues aunque algunos les cierren puertas, otros mundos los esperan. Su acento, sus mezclas lingüísticas y su herencia cultural no son errores, son tesoros que la homogeneización no puede borrar. Busquen a aquellos que, como ustedes, defienden la palabra viva, juntos pueden crear espacios donde todas las voces florezcan, pues la palabra verdadera nace del territorio y late en el corazón”.
Sin lugar a dudas, este nombramiento es un triunfo, pero también constituye un recordatorio de todo lo que aún falta por transformar. Que Mary y Bárbara estén hoy en la Academia, no debe ser leído como una concesión, sino como la consecuencia de luchas largas y profundas, de pueblos que, desde la periferia, han gritado hasta ser oídos, rompiendo el ensordecedor silencio. Desde esta institución, que es #PatrimonioDeTodos, celebramos este hecho y abrazamos con orgullo la presencia y experiencia de estas dos maestras en nuestras aulas. Su legado, más que un reconocimiento, es una invitación a seguir abriendo canales donde la palabra sea un puente y no una barrera.