La Errática fusiona la tradición ancestral de la chirimía caucana con sonidos electrónicos para crear un nuevo género: la electrochirimía. Este proyecto musical busca llevar el sonido del Cauca a escenarios nacionales. Su presentación promete ser un espectáculo vibrante de música, tecnología y arte visual.
Escrito por: Sandra Milena Orozco Leon – sandraorozcoleon@unicauca.edu.co
*Especial Co.marca/Alianza El Liberal
En medio de las paredes blancas del centro histórico de la ciudad de Popayán, debajo de un sol mañanero, brillante y cálido, una figura del color de la sangre baila en el andén. Es un diablo, uno de los tantos que para finales del mes de noviembre llega a poseer las calles, las aceras y a tocar las puertas de los habitantes. Está acompañado del son de las tamboras y flautas que envuelven la urbe una vez más.
Paralelamente, en el barrio Los Rosales, cerca al Terminal de Transportes de Popayán, el sol entra a raudales por el gran ventanal del lugar de ensayo de La Errática, un proyecto musical que se prepara para tomarse a punta de electrochirimía el Planetario, en Bogotá (Colombia),
este 5 de diciembre.

La Errática es un dúo conformado por Julián Meneses, un músico tradicional chirimero de Popayán, creador de algunos semilleros de chirimía. Un proyecto destacado que ayudó a constituir fue La Polvorosa, una de las primeras chirimías de mujeres en la ciudad. Pablo Tobar es el otro integrante payanés de La Errática, es la mente maestra de lo tecnológico en el proyecto, un músico, clarinetista, gestor cultural de Popayán, quien hace parte de varias agrupaciones, como los Lindos Payaneses y Los Perros del Monte.
Pablo y Julián están sentados en la amplia sala de su casa en Los Rosales, y en el sofá beige, bajo la luz que entra por el gran ventanal de la sala, ambos no pueden mostrarse más distintos. Julián es trigueño, su expresión es muy serena, se le nota serio y casi introvertido, está vestido con una camisa polo azul y un pantalón caqui. A su lado está Pablo, quien es todo color: tiene una camisa playera, un jean azul y un collar lleno de cuentas con un diablo rojo en medio, tiene gafas, se le nota relajado cada vez que habla sobre La Errática.
—La idea de La Errática nace justamente de un trabajo investigativo entre lo tradicional y lo electrónico. Mi tesis de grado fue de música con electrónicos para clarinete, eso fue hace seis años casi, y empecé a tener preguntas en un lugar en donde nunca se ha tenido la posibilidad de entrar a dialogar con estas músicas, ya que no hay un espacio, y gracias a un intercambio académico que tuve en el exterior, pues vi esas posibilidades. Y dije: “¡no! Esto es una chimba, hay que hacerlo, pero no sé cómo” llega un punto en el que también la música académica de clarinete me aburre, entonces decidí hacer algo más y empecé a pincelar qué podía hacer. En un punto yo me siento y digo: “bueno, ¿en qué se parece la música electrónica con las músicas tradicionales del Cauca?” —explica Pablo acomodándose en el sofá mientras Julián lo observa.
La casa en general tiene un diseño moderno con paredes blancas, a pesar de ello tiene una apariencia muy hogareña, se nota que alguien que ama hacer lo que hace vive ahí. La sala tiene una muy buena iluminación y está al lado de la cocina. Una cosa interesante es que en esas paredes blancas, a modo de decoración hay máscaras, cuadros muy alusivos a la chirimía, a lo tradicional; también hay plantas, entre ellas una orquídea rosa recién florecida, hay tazas, teteras y una especie de chimenea con reconocimientos musicales encima.
—Ahoritica lo que está pasando musicalmente es ver la capacidad de expandir nuestras propias músicas y conceptos por medio de herramientas, como la tecnología, cuando una persona es errática, es porque que no tiene rumbo fijo, pero está cumpliendo su papel, y yo dije: “pues esto es algo muy errático”, porque en realidad no sabemos a dónde vamos a parar. Estamos con machete al cinto abriendo trocha por un camino que no sabemos a dónde nos puede llevar, en esta ocasión, nos lleva al Planetario. También nos ha llevado a otros sitios, a los encuentros de chirimía tradicionales en Popayán, en Silvia, en Totoró, y hemos participado, en el festival Fiura de Cali, en el año 2022, que es de urbano rock, entonces compartimos esos dos mundos —dice Pablo con vehemencia entrelazando sus manos, mientras sonríe mirando al piso.
—En la parte tradicional lo que yo agrego es la tambora, en algunas ocasiones, los instrumentos para ambientar, como las semillas, los pájaros, la naturaleza, el agua. Tenemos los instrumentos que hace parte de la chirimía como la charrasca o la carrasca, un timbal, pero no un timbal que esté constante, sino que tiene algunos momentos, aunque este no pertenece a los instrumentos tradicionales y por supuesto las flautas, tanto temperadas como flautas tradicionales —dice Julián con un tono suave mirando de vez en cuando a la chimenea.
La Errática entonces fusiona los elementos ancestrales de la chirimía tradicional caucana con lo tecnológico, para crear un nuevo género: la electrochirimía. Según el Instituto Distrital de las Artes, (IDARTES, 2024) “el proceso de creación de La Errática se nutre del diálogo constante con maestros chirimeros del Cauca, lo que les permite estudiar y reinterpretar las raíces culturales de la región. Este enfoque, que busca no solo preservar el patrimonio musical del Cauca, sino también adaptarlo a los lenguajes sonoros contemporáneos, ha permitido a La Errática transformar la chirimía en un género innovador y vibrante.”
—El ritmo de la tambora de la chirimía es constante, igual que el ritmo de la percusión en la música electrónica. Solo que en la chirimía las melodías son llamativas y cortas, todos esos puntos en común se empiezan a conectar. Y uno dice: “ve, no es tan distinto”. Hay formas de unir estos dos mundos y que no suene raro, o tan raro —remata Pablo riendo.
—Y es que igual, las opiniones son divididas frente a esta propuesta, por ejemplo, un gran amigo de nosotros nos ha dicho que “no, eso no es una chirimía”, y hay otras personas que dicen “está bien interesante esa exploración de chirimía” —comenta Pablo acomodándose las gafas con una mirada divertida.
El hogar de Pablo se ha convertido en el lugar de reunión para los ensayos y producción, por lo que en el tercer piso, en una habitación atiborrada de cables, flautas e instrumentos de percusión, es donde se genera el diálogo entre lo ancestral y lo moderno, por lo que como una máquina bien engrasada, ambos se mueven en el espacio. Julián organiza la tambora, acomoda el sonido, mientras Pablo mira su computador, al software musical, luego conecta cables, ajusta el micrófono y toma las flautas para comenzar.
—Desde mi parte, lo que queremos transmitir es que la gente sepa lo que se puede hacer con estos instrumentos tradicionales, que sientan y reconozcan esa identidad regional nuestra, y sobre todo, que no se pierdan esos ritmos tradicionales, como el bambuco caucano que va acompañado del ritmo electrónico. Y ahora cuando tenemos la oportunidad de ir a otro lugar, como el Planetario, queremos invitar a quienes no conocen la chirimía, a que empiecen a explorarla desde La Errática y que conozcan un poco más de nuestra música. Esa es una manera también de mostrar qué otras cosas hacemos en el Cauca —menciona Julián con un tono emocionado.
Y es que si Pablo es el ojo tecnológico que guía una parte del proceso, Julián es el ojo tradicional que lo complementa, esto, debido a que hace parte de la dinastía chrimimera Chancaca de Popayán. Su padre, Walter Meneses, es el creador del Taller de Instrumentos Musicales Chancaca, donde construyen en familia los instrumentos que conforman una chirimía tradicional: las tamboras, los redoblantes, las charrascas y las flautas. Desde hace ya casi 30 años, esta familia les ha dado a los y las chirimeras del Cauca sus instrumentos para que la chirimía se toque en los parques, en los concursos, en las escuelas, en los escenarios, y sobre todo, en las calles.
La chirimía es primordial en las calles y trochas del Cauca. Un ejemplo de ello es el protagonismo que tuvo la Gran Banda Chirimera (GBC) en el estallido social del 2021. Los chirimeros al tocar en las calles ejercían un acto político que representaba la tradición y lucha. Según la chirimera Karoline Erazo, en el artículo ‘Callen las aturdidoras, queremos oír la chirimía’: Música de flautas y tambores, y resistencia civil en Popayán, Cauca”, de la Revista de Cultura y Paz “la tradición es importante, pero es más importante dialogar con ella y darle movimiento, refrescarla, y en parte ese refrescamiento se le dio sacarla a las calles porque la música de chirimía ha sobrevivido mucho tiempo, y sacarla en este contexto, a fin de cuentas ¿quiénes son los chirimeros y las chirimeras?, pues gente que estamos en la base, estamos abajo. ¿Quién nos escucha?, pues todo el mundo. ¿A quién no le gusta la chirimía?, puede usted ser de izquierda o de derecha, pero en diciembre la chirimía está ahí, es casi una institución”. Esto es precisamente lo que mueve a La Errática.
—Tocar con La Errática es capaz de bajar del escenario y tocar en los parques nuestra música tradicional, esa es la forma en la cual nosotros nos sustentamos conceptualmente, porque así como en el escenario, así mismo en las calles, al final esta música es de las calles, de movimiento, de cotidianidad, sobre todo con el aporte de Julián, quien hace parte de todo este linaje tradicional, con ello es imposible que no lo hagamos, que no bajemos, porque nosotros vivimos de la chirimía y por la chirimía —menciona Pablo una mano en el pecho mientras sonríe.
En la habitación, todo está listo: equipos encendidos, instrumentos dispuestos. Pablo se sumerge en su mundo, ajustando los audífonos, Julián, con las baquetas en mano, espera a Pablo, quien teje una atmósfera psicodélica y encima de esa atmósfera al tocar su flauta, crea un bucle hipnótico con el software. Después Julián entra con fuerza, sus golpes en la tambora y el redoblante resuenan complementando la melodía, de a poco la música crece en intensidad y voces etéreas se entrelazan con los instrumentos.
Pablo, deja la flauta y ahora, poseído por la música, se mueve con la misma energía entre su computador y el teclado. La conexión entre ambos músicos es palpable, muestra de los 4 años que llevan juntos, Julián en medio de la situación errática en la que se encuentra Pablo, sabe cuándo acompañar, cuándo contrastar, hasta detenerse.
—Para el show en el planetario, hemos venido trabajando fuertemente con distintos artistas, para el vestuario, por ejemplo. A nosotros nos está haciendo los trajes una marca de ropa caucana que está radicada en Bogotá llamada Errantes. También estamos trabajando con artistas visuales y camarógrafos, porque hay muchas cosas que no se han visto en estos espacios, entonces queremos resaltar toda esta simbología caucana, todas estas figuras e ideas coloridas que el Cauca posee. Va a ser un show bien interesante creo que tenemos muchas ansias de que suceda y nos estamos preparando muy bien para ese momento porque nosotros somos el primer grupo o artista caucano en este espacio y pues conlleva una responsabilidad de hacerlo bien —comenta Pablo con los ojos iluminados, mirando arriba, a las posibilidades, a lo creado.
Al Planetario pocos artistas tienen acceso, lo que hace de esta presentación un hito para el dúo y una oportunidad de posicionar su música en un escenario reservado para propuestas innovadoras. El domo del Planetario de Bogotá no es un espacio común para conciertos; es una ventana al cosmos, un entorno inmersivo donde la música se fusiona con imágenes proyectadas en 360 grados. Para La Errática, presentarse allí es una oportunidad única de expandir su propuesta visual y sonora, llevando su electrochirimía a un nivel sensorial más profundo sumergiendo al público en un viaje que los conecta las raíces ancestrales del Cauca.
Los elementos en la habitación tienen una disposición muy curiosa. Julián, su tambora, redoblante, platillo y timbal están frente al ventanal, y frente a Pablo con sus cables, máquinas y computador. Esto hace que ellos pueden verse cara a cara, que la tambora puede responderle al software, y que el loop de la flauta le responda al timbal, cuando tocan, Julián se suelta, Pablo baila, y en esa conversación musical nace el sonido particular y propio de la Errática.
—Nosotros somos de aquí y entendemos que siempre hemos sido relegados de todas estas políticas centralistas dentro de estos espacios de poder hegemónicos que siempre se han situado en las ciudades grandes, en Bogotá, Cali, Medellín. Y si nosotros no somos capaces de apoyarnos entre nosotros mismos, pues no va a venir ningún bogotano, caleño o paisa a decir: “no es que ustedes tienen que trabajar con ustedes mismos”. No, nosotros tenemos que tener esa posibilidad de hablar, de trabajar y de creer en nosotros mismos, porque si las personas aquí no son capaces de crear esos vínculos es muy difícil crear algo grande, nosotros entendemos que el trabajo comunitario, el trabajo con más personas es lo que hace llegar a cosas grandes, entonces, es súper importante poder colaborar con gente de acá —aporta Pablo sentado de lado mirando a Julián.
Según Laura Pinzón, profesora del programa de Trabajo Social en la UNICOMFACAUCA, productora de la Tarima del Sabor de la Corporación Gastronomía de Popayán, directora de Popayán Alterna, y productora y representante de La Errática, para este año, la Alcaldía de Popayán le ha cerrado las puertas al tema cultural, y teniendo en cuenta que aquí en el Cauca no hay una industria musical, los artistas salen por el Valle del Cauca. Es por eso que dicen que Herencia de Timbiquí y el grupo Bahía son del Valle, a pesar de ser caucanos, pero como no han sido apoyados ni por el Cauca, ni por Popayán, entonces al vecino departamento y eso complejiza el panorama para los artistas como La Errática.
Pablo y Julián vuelven a conversar con la música, Julián esta vez, da inicio, Pablo lo sigue, toca la flauta, baila con la música, Julián, por otro lado, está ensimismado en la percusión, en el sonido.
—A las personas que quieran tocar, yo les diría que se arriesguen a hacerlo, a cada vez ir experimentando con constancia, así se logra lo que uno desea —comenta Julián con una sonrisa mirando a Pablo quien asiente.
—En el primer momento, no va a salir todo, pero sí es importante darle paso al fallo porque justamente del fallo es donde se aprende más. Si no se falla nunca, pues seguramente no va a pasar nada que funcione bien, sí, toca fallar. Al final el arte también es un laboratorio en donde nosotros tenemos que experimentar con eso. Entonces yo creo que mi consejo es decirles que toca fallar, que van a fallar y que está bien que eso pase —dice Pablo mirando al suelo fijamente mientras suspira.
Pablo bailando y con evidente emoción en su sonrisa deslumbrante, aplaude al escuchar como sale el ensayo, la música fluye, el ambiente se carga, Julián sonríe, y bota toda la energía y emoción en el redoblante y el platillo. De a poco ambos bajan de ese estado casi errático, tocando polo a tierra, y paran, después de las 2 canciones tocadas, se miran, se ríen, asienten con la cabeza y vuelven al ruedo con una más.
—El ensayo es primordial, uno va conociendo al otro personalmente, pero sobre todo conociendo el momento de cada tema, hemos ido a muchos toques, donde nos lanzamos a tocar las cosas sin ensayos previos, pero no nos hemos detenido hacer parte por parte de cada tema, y ahora, en este momento a mí en lo personal sí me ha alimentado mucho el ensayar, porque ya conozco muy bien los temas y sé en qué momento tengo que hacer cada una de las cosas —comenta Julián haciendo la mímica de tocar con las baquetas en el aire.
Julián y Pablo ensayan, y ensayan, para que los 5 singles que tienen y las 10 canciones de su álbum debut llamado “Catarsis”, que retumban fuera de su casa al tocar, suenen igual de bien o mejor en su próxima gran presentación en el Planetario de Bogotá, el 5 de diciembre del 2024, a las 8 p.m., donde la chirimía caucana, la tecnología y las artes visuales se encontrarán para dar un show inolvidable con un mensaje alentador: el Cauca es más que violencia, el Cauca es un territorio de paz, donde salen grandes cosas y a las cuales es momento de que la ciudadanía y el gobierno le presten atención.
*Co.marca es el Laboratorio de Medios Periodísticos del programa de Comunicación Social de la Universidad del Cauca.