Por: Santiago Zambrano Simmonds – zambrano_santiago@hotmail.com
Aún recuerdo de mi paso por la universidad, algunos principios técnicos de ingeniería que riñen con las obras hechas recientemente en Popayán. Pueda ser que estoy desactualizado, pero tengo claro que muchos de los que para mí son desaciertos, también fueron producto de decisiones sin sentido común.
Pese a que algunos posiblemente me dirán, “malo porque se hace y malo porque no se hace, usted siempre tan criticón”, no puedo dejar de citar casos concretos donde para mí se cometieron errores, lo hago con la esperanza de que los que no se puedan corregir, no se repitan y los que sí, se corrijan:
Hace más de 10 años el gobierno nacional y el departamental construyeron viviendas en el Valle del Ortigal, incomprensiblemente la gobernación del Cauca de Temístocles Ortega se les ocurrió hacer el colegio de la Ciudadela muy lejos de las nuevas viviendas, a pesar que en ese entonces había bastante área disponible para hacerlo cerca, lo hicieron al otro lado del río Cauca, con el agravante que no consideraron hacer el puente peatonal para pasarlo y apenas ahora, tanto tiempo después, lo terminaron.
Recuerdo cuando mi profesor nos decía que en un pavimento flexible, quien más resiste el peso de los vehículos es la base y que la función principal de la mezcla asfáltica es servir como capa de rodadura. Pues bien, aquí en Popayán desde las alcaldías de Cesar Cristian Gómez y Juan Carlos López ese criterio entró en desuso, se puso de moda que las vías de tráfico pesado fueran reparchadas remplazando únicamente la mezcla, siendo esa la razón por la que el pavimento en la autopista norte está nuevamente fracturado y por ende serán futuros huecos, haciéndose necesario gastar otra vez cientos de millones en su reparación.
Después de 15 años, Popayán no ha logrado implementar el plan de movilidad y como es previsible las condiciones del tráfico han variado respecto a lo inicialmente planeado, haciéndose necesario hacer los ajustes que la dinámica de la ciudad dicta. No obstante lo anterior, Movilidad Futura insistió en construir el terminal alterno de transporte público en Bellavista, en vez de hacerlo más al norte. Los resultados a hoy es que es un elefante blanco sin ningún beneficio social.
Esa obra y sus anexidades es una demostración que lo importante para los políticos es ejecutar, el resultado no es lo relevante. Es tanto el afán de gastar que hacen vergonzosos exabruptos como por ejemplo instalar semáforos peatonales a una distancia menor de 40 metros, mientras que en otras partes de la ciudad los necesitan con urgencia.
Hace ya varios años se construyó el gran puente sobre el rio Cauca para mejorar la movilidad en la carrera sexta, pero como no se previeron las obras adicionales, el antiguo trancón del Puente Viejo se trasladó a la Piedra Norte y también los constantes accidentes.
En aquel tiempo mientras se hacía el nuevo puente, se advirtió que para darle buen uso, era necesario construir una trasversal que conectara las tres vías longitudinales de la ciudad: Sexta – Autopista – Variante para que en caso de una interrupción en una de ellas, los ciudadanos tuvieran opciones. Tiempo después se empezó a hablar de la gestión que hacía el ex alcalde Velasco en su calidad de senador, para que la nación financiara una vía en la ciudad que denominaron como la Avenida de Los Proceres, lo lógico era que esa avenida fuera precisamente la trasversal mencionada solucionando así gran parte de la movilidad del norte.
Lo cierto es que definieron hacerla más al sur y aunque no obstante es una obra bienvenida, es claro que su mayor beneficio en el corto plazo no será la movilidad sino la valorización de las tierras de unos pocos.
Ahora bien e independientemente de las chambonadas que cometió la administración municipal en todo el proceso de contratación, cesión y licencias de esa avenida, éste es un buen ejemplo de cómo las decisiones de los políticos van encaminadas a favorecer principalmente a los suyos y no a la ciudad.
La semaforización de la intersección del hotel San Martín, calle 18 norte con autopista, es emblemática por su torpeza y de lo que nunca se debe hacer, pues no se consideraron debidamente el flujo de vehículos en todas las direcciones. Por eso hoy, después de una millonaria inversión, los trancones en la calle 18 norte son permanentes y el tráfico en sus intersecciones entre la autopista y la Papal hoy las dirigen indigentes. Y para agravar aún más y poner en evidencia tanta imprevisión, hay que recordar que se construyó la segunda etapa de Campanario y se les dio el permiso de funcionamiento a dos colegios, sin tener ningún estudio para mitigar el flujo vehicular, el cual en su totalidad desemboca en la 18 norte.
Por sus condiciones la Variante de Popayán debería ser una vía sin interrupción sin embargo lo que se ha hecho a lo largo de los años es instalar paulatinamente semáforos, a sabiendas que es más barato y funcional hacer glorietas. Hoy las intersecciones de Café la Palma, Trans Tambo y Galería de las Palmas se caracterizan por las prolongadas demoras y alta accidentalidad.
Preocupa aún más que en el diseño que la alcaldía de Juan Carlos López le envió a la ANI para que la doble calzada de la Variante fuera incorporara en el proyecto el Estanquillo, no considera las intersecciones con la 53 norte y la Avenida de los Proceres, además está incompleto pues no incluye la totalidad del paso de la Panamericana por el Municipio.
Pero lo más inquietante y triste es que la ciudad capital es la única población entre Popayán y Santander de Quilichao cuya variante no está en doble calzada y sin que hasta ahora esté garantizada su construcción.
Antes los ingenieros diseñadores de vías caminaban los proyectos, hoy parece que diseñan desde un computador y no consideran las realidades socio económicas del lugar como tampoco los efectos funcionales de la obra, me explico a través del proyecto de la doble calzada Popayán – Santander que está en construcción:
No tuvieron en cuenta por ejemplo la movilidad peatonal en la zona semiurbana de la ciudad y diseñaron calzadas en diferentes niveles lo que genera sobrecostos en la obra civil y en los puentes peatonales que necesariamente deberán construir.
Por desconocimiento de la zona y habiendo otras opciones, decidieron pasar el trazado de la nueva vía por fábricas y fincas productoras cuyo denominador común es su positiva responsabilidad ambiental y educativa.
Increíblemente el único tramo de la doble calzada que quedará solo en tres carriles, es precisamente la entrada a Popayán, lo cual, con las nuevas velocidades de diseño, habrá terribles accidentes. Una doble calzada tiene que tener una separación física y no unas simples líneas pintadas.
El alcalde Juan Carlos Muñoz debió gestionar la construcción de un puente de mayor luz para que cupieran los cuatro carriles y de no poderse por razones de presupuesto, sus funcionarios debieron aconsejarle en que por lo menos insistiera que el paso por debajo del puente se dividiera en dos con una separación física pero jamás permitir como quedó construido.
Si él tuviera algo de visión también debería gestionar desde ahora hacer la otra oreja del puente para que Popayán tenga un retorno a desnivel en su entrada, propio de una ciudad capital, ojalá piense en el futuro y no en la inmediatez. Aquí se volvió moda la visión miope de los alcaldes.
Por lo expuesto anteriormente me llama la atención la falta del sentido crítico y el silencio de la sociedad civil, representada en este caso por los profesionales de la ingeniería, su asociación, los contratistas, los funcionarios técnicos y la Universidad del Cauca.
Ahora bien, lo escrito aquí es sobre ingeniería, pero no es más que otro ejemplo de la debilidad de la sociedad civil del Cauca la cual es acomodada, dependiente y a merced de la clase política, y mientras que eso no cambie, difícilmente aquí pasará algo trascendente.
