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Cuarenta años de educación propia: el pueblo Misak celebra su revolución silenciosa

El Ministerio de Educación Nacional rinde homenaje al pueblo Misak por sus 40 años de educación propia, un camino de resistencia cultural y pedagogía alternativa que hoy es referente nacional con la firma del Decreto 481 de 2025.

Colombia oficializa el SEIP para todos los pueblos indígenas / fotos Alarcón

Por Antonio María Alarcón Reyna

En un hecho que marca un hito en la historia educativa del país, el Ministerio de Educación Nacional destacó los 40 años del sistema de educación propia del pueblo Misak, una iniciativa comunitaria que ha sido fundamental para fortalecer su identidad cultural y consolidar su autonomía territorial. La conmemoración se da en un momento clave: la reciente firma del Decreto 481 de 2025, que oficializa el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) para los 115 pueblos originarios de Colombia.

Según la cartera educativa, este reconocimiento no solo respalda el camino recorrido por el pueblo Misak, sino que también legitima décadas de construcción de una pedagogía alternativa gestada desde las bases comunitarias. “La historia de la educación propia Misak es un testimonio vivo de resistencia y esperanza”, afirma el Ministerio.

De la memoria oral al decreto oficial

El proceso del pueblo Misak comenzó en la década de los 80, en medio de un contexto nacional marcado por la violencia y el despojo territorial. En ese escenario, los mayores de la comunidad vieron en la educación una herramienta poderosa para resistir y reafirmar su cultura. “Iniciamos este proceso de educación propia como parte fundamental de la lucha por nuestra madre tierra”, relataron las autoridades educativas del pueblo.

Lo que inició como un comité de historiadores con el objetivo de recopilar y proteger la memoria ancestral, evolucionó hacia un modelo integral denominado “espiral de educación”. Esta propuesta abarca componentes pedagógicos, administrativos y comunitarios, y opera con una estructura articulada en niveles municipal, departamental y nacional.

Durante estas cuatro décadas, el sistema ha formado a cientos de docentes indígenas, desarrollado materiales propios, y articulado su cosmovisión con procesos de enseñanza-aprendizaje que responden tanto a los estándares académicos nacionales como a los saberes tradicionales.

Educación desde la raíz

La firma del Decreto 481 representa, para el pueblo Misak y demás pueblos indígenas, un reconocimiento histórico: la oficialización de un derecho ejercido durante siglos. La educación propia, señalan, no es una alternativa marginal, sino una expresión legítima del derecho a enseñar y aprender desde sus propias leyes de origen, cosmovisión y autoridades tradicionales.

“El SEIP no es solo una estructura normativa, sino la validación estatal de un camino recorrido con sabiduría ancestral, compromiso comunitario y visión de futuro”, señala el Ministerio.

Más allá del aula, la educación propia Misak ha demostrado que es posible construir procesos pedagógicos que promueven el arraigo, la sostenibilidad y la paz desde el respeto a la diversidad. Su experiencia, hoy reconocida a nivel nacional, se proyecta como un referente inspirador para otros pueblos y sectores educativos.

Un faro de esperanza

Con el lema de educar para vivir bien, el pueblo Misak ha logrado consolidar una propuesta que dialoga con el conocimiento científico sin renunciar a su esencia. Este modelo no solo ha preservado la lengua y la memoria histórica de la comunidad, sino que ha fortalecido su capacidad de incidir en la transformación social de su entorno.

“Cuarenta años después de aquella decisión tomada por los mayores, el pueblo Misak no solo ha preservado su cultura, sino que ha ofrecido al mundo una alternativa educativa basada en la vida, el respeto y la armonía”, concluyó la cartera educativa.

La historia del sistema de educación propia Misak, hoy reconocido por el Estado colombiano, es la muestra de que es posible construir caminos de resistencia, autonomía y dignidad a través del conocimiento. Una revolución silenciosa que, desde las montañas del suroccidente colombiano, sigue alumbrando el futuro de los pueblos indígenas del país.

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