Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha sentido que existen fuerzas invisibles que lo rodean, lo afectan, lo protegen o lo amenazan.

Por: Ferchijote
Entre esas presencias, las brujas ocupan un lugar especial, no solo por la fascinación que despiertan en la literatura y el cine, sino por la persistencia de su figura en la vida cotidiana de pueblos, barrios y comunidades que, a pesar del avance tecnológico, siguen creyendo en el poder de lo invisible.
La bruja, como figura cultural, ha mutado a lo largo de los siglos. En algunas culturas es una mujer sabia, sanadora, conocedora de las plantas, los ciclos de la luna y los secretos del cuerpo. En otras, es una presencia oscura, asociada a maleficios, enfermedades o conflictos. Esta ambivalencia tiene raíces profundas que mezclan historia, religión, política y miedo.
Crónica de una sospecha
Recuerdo un testimonio recogido en las lomas de Nariño, en una vereda campesina donde una mujer, doña Marina, me contó que sentía que “algo la seguía en las noches”. Su perro, que nunca ladraba, se ponía inquieto cuando ella salía al patio. Las gallinas se desubicaban, y por las mañanas, la leche de la vaca tenía un sabor amargo. “Eso no es normal”, decía. “Yo sé que me tienen envidia. Una bruja me está soplando malas cosas”.
Lo que podría parecer una superstición es, para muchas personas, una realidad tangible. Doña Marina acudió a una curandera, quien le hizo una limpia con ruda, tabaco y agua bendita. También le dio un amuleto hecho con semilla de guanábana, un pedazo de espejo y sal marina envueltos en una bolsita de tela. “Pa’ que no te agarren los malos pensamientos, ni las brujas que caminan de noche”, le dijo.
El miedo a ser tocado por la brujería
Muchos testimonios coinciden en ciertos signos de alarma: sensación de cansancio extremo, enfermedades sin diagnóstico claro, discusiones frecuentes en casa, pesadillas recurrentes, objetos que se caen sin razón aparente, visitas de animales como lechuzas, murciélagos o gatos que rondan sin explicación. No se trata de ciencia ni de pruebas tangibles. Es una forma de leer el mundo, de interpretarlo desde lo simbólico y lo espiritual.
En Colombia, México, Perú y otros países latinoamericanos, la figura de la bruja está viva en la conversación popular. A veces toma la forma de una mujer que envidia, que “amarra” a un hombre, que pone “el mal” con tierra de cementerio o con una foto escondida. En otras ocasiones, es simplemente una energía mala que habita un lugar o una relación.
Prácticas para protegerse: saberes ancestrales y estrategias cotidianas
Frente a la sospecha de brujería, las comunidades han diseñado sus propias formas de defensa. Muchas veces estas estrategias mezclan elementos religiosos, culturales y simbólicos:
Limpiezas espirituales: con plantas como ruda, albahaca, romero, eucalipto, sábila. Se hacen en baños, infusiones o se queman en sahumerios para “barrer” las malas energías.
Baños de sal y vinagre: especialmente cuando la persona ha tenido sueños pesados o se siente “cargada”.
Oraciones de protección: como el Salmo 91, las oraciones a San Miguel Arcángel o al Ángel de la Guarda. También existen rezos populares que se pasan de abuelas a nietos.
Amuletos personales: como escapularios, piedras como la obsidiana o el cuarzo, ramas de ruda en la ropa o bolsitas con sal.
Elementos en la casa: sal en las esquinas, tijeras abiertas detrás de la puerta, espigas de trigo, veladoras blancas.
Estas prácticas no siempre se consideran “religiosas”, sino una mezcla entre espiritualidad y cultura cotidiana. Son formas de resistencia, de autocuidado, de defensa frente a lo que no se puede controlar por medios racionales.
La bruja como símbolo: una lectura desde el ensayo
En la historia occidental, la figura de la bruja ha sido usada para controlar, silenciar o eliminar a las mujeres sabias, rebeldes o independientes. Como explica Silvia Federici en Calibán y la bruja, la caza de brujas en Europa fue un mecanismo de control social para imponer el nuevo orden capitalista y patriarcal. La bruja era la partera, la que conocía las hierbas, la que ayudaba a abortar, la que sabía leer el cuerpo. Había que eliminarla.
Hoy, muchas mujeres se reapropian de esa figura para resignificarla: la bruja como sanadora, como artista, como mujer autónoma. La bruja ya no da miedo; da poder. Se convierte en un arquetipo de rebeldía, de conexión con la naturaleza, de saber intuitivo.
Entre el miedo y la sabiduría: una experiencia compartida
Este texto no busca probar que la brujería existe o no. Busca abrir una puerta a lo que las comunidades creen, viven y comparten. La brujería, en muchas culturas, es parte de una visión del mundo que no separa lo espiritual de lo cotidiano. Es una manera de leer lo invisible, de explicar lo que no se puede nombrar de otra forma.
Quizá la bruja esté en el monte, en el sueño, en la memoria. Quizá sea solo un símbolo, una excusa para hablar del dolor que no se ve. Pero también puede ser la manifestación de una fuerza real, concreta, que afecta la vida de las personas. En cualquier caso, el respeto por las creencias, la escucha atenta y la comprensión cultural son claves para no caer en el desprecio o la burla fácil.
Como dijo una vez una abuela en el Cauca: “Uno no sabe, mijo, pero por si acaso, más vale estar limpio y con el alma en paz”.
Finalmente, vale anexar unos testimonios reales sobre esta experiencia:
Testimonios del Cauca
Doña María Tulia, corregimiento de El Plateado (Argelia)
“Yo me di cuenta porque mi niño amanecía como chupado, con los ojos perdidos… y los animales no daban leche. Fui donde don Eladio, el yerbatero, y él me dijo que era una bruja que rondaba por la quebrada de El Túnel. Hicimos una limpia con albahaca morada y pusimos sal en las esquinas de la casa. A los ocho días, todo volvió a la normalidad.”
Alejandro G., campesino de Bolívar
“Uno siente cuando la bruja le pasa el viento… es como un escalofrío, pero no de frío sino de susto. Mi abuela decía que había que rezar y poner unas tijeras abiertas debajo del colchón, cruzadas.”
Hermana Consuelo, religiosa en Rosas
“He acompañado a mujeres víctimas de hechicería que no quieren contarlo por miedo. En muchos casos es una violencia silenciosa que se mezcla con los celos, las envidias o las disputas por tierras o herencias.”
Pedro J. – Músico y sanador de Timbío
“La brujería no siempre es mala. Aquí también hay sabias, mujeres que curan con palabras y humo de tabaco. El problema es que el miedo hace que todo se vea como maldad. Pero hay de todo, como en todas partes.”