Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.
La presidencia de la Corte Suprema de Justicia, asumida recientemente por el magistrado Augusto Tejeiro, marca un momento significativo para el sistema judicial colombiano. No solo representa la continuidad de un cuerpo colegiado que ha sabido navegar las complejidades de la coyuntura política e institucional del país, sino que simboliza una reafirmación de los principios que garantizan la estabilidad de nuestra democracia: la independencia judicial y el respeto por el Estado de derecho.
Es imprescindible reconocer la excelente gestión del magistrado chocoano Gerson Chaverra como presidente saliente de la Corte Suprema. Su periodo no solo se destacó por su liderazgo sereno y decidido, sino también por un acto histórico que marcó un hito en la independencia del poder judicial: la posesión del magistrado de la Sala Penal en un contexto de enorme controversia con el Ejecutivo. Este gesto, lejos de ser un acto meramente formal, fue una declaración contundente sobre el compromiso de la Corte con los principios constitucionales que la rigen. En tiempos en los que la independencia de los poderes públicos se pone constantemente a prueba, Chaverra demostró que la dignidad de la justicia puede mantenerse intacta, incluso bajo presión.
Ahora, con Augusto Tejeiro en la presidencia, el panorama parece igualmente esperanzador. Tejeiro, reconocido por su trayectoria intachable y su profunda comprensión de los valores democráticos, asume esta responsabilidad como una prenda de garantía de que la línea de independencia seguirá siendo el eje rector de la Corte. En un país donde las tensiones entre los poderes del Estado son una constante, su liderazgo ofrece una señal inequívoca de que la Corte Suprema continuará siendo un bastión de estabilidad institucional.
La independencia del poder judicial no es solo una consigna; es un pilar fundamental para el equilibrio de nuestra democracia. La Corte Suprema, como máxima autoridad de la jurisdicción ordinaria, no solo resuelve conflictos de interpretación legal; también representa la última barrera de defensa frente a cualquier intento de desnaturalizar los principios que rigen el Estado social de derecho. Bajo el liderazgo de Tejeiro, se espera que esta misión no solo se mantenga, sino que se fortalezca, reafirmando el papel de la justicia como guardiana de los derechos de todos los colombianos.
Colombia necesita instituciones fuertes y líderes comprometidos que comprendan la trascendencia de sus roles en la construcción de un país más justo y equitativo. Confiamos en que la llegada de Augusto Tejeiro a la presidencia de la Corte Suprema de Justicia no solo dará continuidad al legado de independencia dejado por Fernando Chaverra, sino que también abrirá nuevas puertas para consolidar una justicia más cercana, imparcial y digna. En tiempos de incertidumbre, la confianza en nuestras instituciones se convierte en el ancla que nos permite avanzar con esperanza.
