Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal
Por encima de cualquier distinción partidista, la bancada parlamentaria del Cauca ha expresado con claridad lo que ya es innegable: la seguridad en el departamento está en crisis y se necesita un cambio inmediato en la estrategia. Parlamentarios de diversas orillas han coincidido en que el deterioro del orden público ha llegado a un punto intolerable, donde la población civil paga el precio de la improvisación, el repliegue de la Fuerza Pública y el fortalecimiento de grupos armados ilegales.
Desde los ataques indiscriminados en Popayán y El Plateado hasta los constantes hostigamientos en la vía Panamericana, el Cauca es hoy una de las regiones más golpeadas por la violencia. El representante Jorge Bastidas ha señalado que estos ataques constituyen una violación flagrante del derecho internacional humanitario y, ante la magnitud del desafío, insiste en que solo una sociedad unida podrá enfrentarlo. La unidad, en este caso, no es un discurso vacío, sino una necesidad vital.
Por su parte, César Cristian Gómez Castro ha enfatizado en la urgencia de reforzar la presencia de la Fuerza Pública y de invertir en tecnología para la seguridad. Su llamado al Gobierno Nacional para asignar más unidades policiales y militares, y para dotarlas de herramientas eficaces, refleja el sentir de una ciudadanía que se siente desprotegida.
Oscar Campo ha sido aún más directo en su diagnóstico: el Cauca está a la deriva. La inseguridad se ha extendido como una metástasis debido a la fallida implementación de la “Paz Total”, que no ha desarmado a los grupos ilegales, sino que los ha fortalecido. En este contexto, la reducción de efectivos de la Fuerza Pública y la falta de inversión social han dejado a la población expuesta a una violencia sin freno.
El senador Temístocles Ortega, en tanto, ha advertido que, de no tomarse medidas urgentes, el Cauca podría llegar a un punto en el que se justifique la declaratoria de un estado de conmoción interior. Nadie desea que se llegue a ese extremo, pero la advertencia es clara: sin acciones concretas, el deterioro continuará.
El mensaje de los parlamentarios es uno solo: el Gobierno Nacional debe responder con hechos, no con discursos. Las visitas de altos funcionarios no han sido suficientes, y es hora de un viraje en la estrategia. Es momento de fortalecer la presencia del Estado, no solo con más uniformados, sino con inversión social que brinde oportunidades y reduzca la dependencia de las economías ilícitas.
Cuando parlamentarios de distintos partidos coinciden en un llamado urgente por la seguridad, es porque la situación ha sobrepasado cualquier margen de debate político. El Cauca no puede seguir esperando. El clamor es unánime, la respuesta no puede ser la indiferencia.