Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.
El reciente encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, transmitido en vivo por la televisión norteamericana, dejó al descubierto las profundas tensiones que atraviesan las relaciones internacionales en el contexto de la guerra en Ucrania. Lo que se anticipaba como una reunión diplomática clave para avanzar hacia la paz, se transformó en un intercambio acalorado que plantea serias dudas sobre la capacidad de las actuales gestiones para lograr una resolución pacífica al conflicto.
Durante la reunión en el Despacho Oval, Trump acusó a Zelenski de “jugar con la Tercera Guerra Mundial“, sugiriendo que la postura ucraniana podría escalar el conflicto a niveles globales. Estas declaraciones, lejos de fomentar un ambiente propicio para el diálogo, evidencian una estrategia basada en la confrontación y las amenazas, que podría alejar aún más la posibilidad de una solución negociada.
La semana previa, el presidente francés, Emmanuel Macron, también experimentó tensiones en su encuentro con Trump. Aunque los detalles específicos de la reunión no fueron ampliamente divulgados, se sabe que Macron abogó por una “paz sólida y duradera” para Ucrania, enfatizando la necesidad de garantías de seguridad y respeto a los territorios ocupados. Sin embargo, la falta de compromisos concretos por parte de Trump dejó en evidencia las dificultades para alinear las estrategias occidentales en torno al conflicto ucraniano.
Estos episodios reflejan una tendencia preocupante en la diplomacia estadounidense actual, caracterizada por un tono agresivo y una inclinación hacia las amenazas como herramienta principal de negociación. Esta “nueva política“, lejos de construir puentes, parece erigir barreras que dificultan el entendimiento y la cooperación internacional.
La confrontación pública entre Trump y Zelenski no solo afecta las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Ucrania, sino que también envía señales contradictorias a otros actores internacionales. Mientras los líderes europeos cierran filas en apoyo a Zelenski, condenando el trato recibido en la Casa Blanca, Rusia observa con satisfacción la discordia entre aliados occidentales, lo que podría fortalecer su posición en el conflicto.
La pregunta que surge es si, bajo estas circunstancias, es posible construir la paz en Ucrania. La diplomacia requiere de tacto, empatía y una disposición genuina al diálogo. Las gestiones lideradas por el presidente Trump, marcadas por enfrentamientos y recriminaciones públicas, parecen alejarse de estos principios fundamentales. Si bien es esencial mantener una postura firme frente a las agresiones, también lo es buscar caminos que conduzcan a la reconciliación y la estabilidad.
Todos estos hechos que parecen tan distantes a nosotros son un espejo de la realidad que hemos tenido que vivir en Colombia en este largo recorrido de generaciones en búsqueda de la paz. Las posiciones extremas y beligerantes lo único que han logrado en nuestro país es prolongar la confrontación y alejar la guerra. La combinación de la fuerza y la capacidad de negociación, han sido la clave para obtener avances en la construcción de una paz para Colombia. ¿Será que una fórmula similar podría dar frutos al otro lado del océano? ¿A qué tipo de negociación está apelando Trump, si lo evaluamos desde el ejemplo Colombiano?