Popayán mañana cumple 488 años, y su historia sigue latiendo en cada rincón de nuestras calles empedradas, en las paredes blancas de sus casonas y en la mirada de quienes la hemos llamado hogar. Nuestra ciudad, cuna de recuerdos y cimientos de sueños, no solo celebra un aniversario más; se reafirma como testigo y protagonista de nuestras vidas, de nuestros pasos, de nuestras luchas.
Mi abuelo murió bajo la cúpula de la catedral. Su partida, como la de tantos otros, forma parte de esas historias que se entrelazan con el alma misma de Popayán. Esa cúpula, que sigue apuntando al cielo, nos recuerda que nuestra ciudad, incluso en su fragilidad, siempre ha encontrado la manera de levantarse, de resistir. Porque Popayán es eso: una lección de permanencia y reconstrucción, de cómo las cicatrices pueden volverse emblemas de fortaleza.
Hablar de Popayán es hablar de patrimonio. De su Semana Santa, patrimonio de la humanidad, donde el fervor religioso se mezcla con la devoción al arte, a la tradición, a la comunidad. Es hablar de sus puentes históricos, que han conectado generaciones, y de la Universidad del Cauca, que ha sido faro de conocimiento en esta región y más allá. Pero también es reconocer que el verdadero patrimonio está en su gente: en los abuelos que guardan en su memoria las historias de un Popayán que solo vive en sus palabras, en los jóvenes que sueñan con un futuro mejor para la ciudad, y en todos aquellos que, día a día, hacen posible que Popayán no sea solo un lugar, sino un sentimiento.
Mañana, mientras celebramos estos 488 años, quiero invitar a cada payanés a mirar nuestra ciudad con esperanza. Reconocer nuestras fallas, sí, pero también aplaudir nuestros logros. Popayán no es perfecta, pero es nuestra. Y tengo la fe de que, juntos, podemos hacerla brillar. No será fácil, lo sabemos. Pero si algo nos ha enseñado la historia de esta ciudad es que no hay terremoto, tragedia o dificultad que pueda con su espíritu. Nosotros, desde El Liberal, vamos a preparar durante este mes, un especial con ocasión a la alianza informativa que celebramos con El País, esperamos tenerlo muy pronto impreso y en sus manos.
La herencia que hemos recibido es invaluable. Pero más importante aún es el legado que dejaremos. Que los próximos años no solo sumen números a nuestra historia, sino que sean testimonio de una comunidad que eligió trabajar junta, preservar lo suyo, y soñar en grande.
Popayán, mañana te celebramos, te recordamos, te soñamos. Por nuestros abuelos, por nuestros hijos, y por cada uno de nosotros que llevamos tus calles en el corazón. ¡Feliz aniversario, Ciudad Blanca! Que sigamos construyendo tu historia, como siempre lo hemos hecho: con amor, con fe y con esperanza.
