miércoles, junio 18, 2025
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Pan y circo

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.

Mientras el país enfrenta uno de los más severos recortes presupuestales de los últimos tiempos, el Gobierno Nacional ha decidido destinar cerca de un millón de dólares para financiar un concierto de Residente en la Plaza de Bolívar. No hay derecho.

Las justificaciones sobran, pero ninguna resiste el más mínimo análisis. Se habla de cultura, de acceso gratuito a la música, de eventos para la ciudadanía. Nadie está en contra del arte ni de la música, pero resulta escandaloso que, mientras se anuncian recortes en sectores esenciales, se dispongan casi cuatro mil millones de pesos del erario para un espectáculo. Austeridad para la educación, austeridad para la salud, austeridad para la inversión pública, pero despilfarro para la tarima y la fiesta. ¿Ese es el plan de austeridad del Gobierno?

El país atraviesa dificultades fiscales que han llevado a ajustes dolorosos en múltiples frentes. Se han recortado recursos para programas de atención social, se han paralizado inversiones en infraestructura y se han anunciado medidas que afectarán directamente a millones de colombianos. Pero en medio de esta realidad, el Ejecutivo encuentra conveniente financiar un evento masivo con fondos públicos.

Es aún más llamativo que, a la par de este gasto, se reclame falta de recursos para cumplir con promesas de gobierno. ¿Cómo explicarles a los colombianos que no hay dinero para solucionar problemas estructurales, pero sí para costear un concierto de lujo? ¿Cómo justificar que se invierta en espectáculos cuando tantas necesidades básicas siguen sin respuesta?

Muchos dirán que con esos cuatro mil millones de pesos no se hace nada en materia de infraestructura del sector público pero es cerca de la cuarta parte de lo que se recortó a Popayán en la implementación del Sistema Estratégico de Transporte Público de Popayán.

El pan y circo ha sido, históricamente, la estrategia de gobiernos que, sin soluciones de fondo, optan por distraer a la ciudadanía con eventos llamativos. Pero la gente está cada vez más atenta. Puede disfrutar de la música y, al mismo tiempo, indignarse por el derroche de recursos en medio de una crisis. La pregunta que queda es si este concierto será recordado por su espectáculo o por la indignación que provoca su costo en una época de recortes y dificultades económicas.

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