sábado, septiembre 13, 2025
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La estrategia del terror

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.

Popayán está viviendo días de incertidumbre, atrapada en una espiral de miedo que busca cambiar la esencia misma de la ciudad. La detonación de explosivos y la colocación de objetos sospechosos, muchas veces inofensivos pero igualmente intimidantes, son parte de una estrategia calculada para sembrar el pánico en la población. El miedo se instala en las calles, en los espacios de encuentro, en el andar diario de cada ciudadano. Pero no podemos permitir que se apodere de nuestra rutina, de nuestra identidad como ciudad.

El terror, cuando se vuelve cotidiano, tiene el poder de desdibujar la normalidad. Nos hace mirar con recelo los lugares por donde antes caminábamos con confianza, nos obliga a cambiar rutas, a evitar sitios que solíamos frecuentar, a alterar el ritmo de nuestras vidas. Cada falsa alarma, cada explosión, cada mensaje de advertencia en redes sociales contribuye a un estado de ansiedad generalizada que fractura la confianza.

Pero es en estos momentos cuando más debemos recordar que nuestra mayor fortaleza radica en la resistencia. Resistir no significa ignorar los peligros ni minimizar el impacto de la violencia, sino negarnos a que el miedo nos paralice. No podemos dejar de trabajar, de estudiar, de salir a las plazas y a los parques. No podemos permitir que la vida se detenga por la amenaza de quienes quieren arrebatarnos la tranquilidad.

La historia de Popayán ha sido una de lucha y resiliencia. La ciudad ha enfrentado desastres naturales, conflictos y crisis, pero siempre ha sabido levantarse. Esta no será la excepción. Ante la estrategia del terror, la respuesta debe ser la solidaridad, la información responsable y la confianza en que la unidad nos hará más fuertes.

Es fundamental que la ciudadanía mantenga la calma y denuncie cualquier situación sospechosa. No se trata de ignorar las amenazas, sino de enfrentarlas con inteligencia y determinación. La seguridad no es solo tarea de las autoridades; es una responsabilidad compartida que exige compromiso y valentía.

A las autoridades les corresponde actuar con rapidez y eficiencia, garantizando la protección de todos. La desconfianza y el miedo florecen en la ausencia de respuestas claras y acciones contundentes. La comunidad necesita ver que se están tomando medidas efectivas, que hay un plan para frenar esta ola de intimidación y que se castigará a los responsables.

No podemos permitir que Popayán se convierta en una ciudad silenciada por el miedo. La respuesta a la estrategia del terror debe ser la reafirmación de nuestra identidad y nuestra determinación de no ceder. Debemos seguir adelante, no con indiferencia, sino con la certeza de que la vida cotidiana es, en sí misma, un acto de resistencia. Porque cuando el miedo nos obliga a escondernos, a callarnos, a cambiar nuestras costumbres, entonces es cuando realmente hemos perdido.

Hoy, más que nunca, debemos demostrar que Popayán es una ciudad valiente, unida y capaz de superar cualquier amenaza. La verdadera victoria sobre el terror no está en la confrontación directa, sino en la determinación inquebrantable de su gente para no ceder ante el miedo. Y esa, sin duda, es la lección más poderosa que podemos dejar para el futuro

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