miércoles, octubre 29, 2025
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Hasta pronto Guido

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.

Guido Barona Becerra no solo fue un académico de inmensa trayectoria, sino un hombre que dejó una huella profunda en quienes tuvimos el privilegio de conocerlo personalmente. Para mí, ese privilegio comenzó cuando era apenas un niño. Recuerdo el impacto que me causó la primera vez que lo vi. Su voz profunda y su carácter recio me intimidaron, casi al punto del temor. En ese momento, pensé que estaba frente a alguien bravo, un adulto de esos que era mejor no molestar. Pero esa impresión cambió en cuestión de minutos.

Esa misma noche, Guido se sentó conmigo en la Cosecha Parrillada, en donde compartía una cena a la que nos invitaron y, sin saberlo, ese lugar se convirtió en un espacio de conversación y aprendizaje. Con un encendedor en la mano, me explicó por qué casi todo lo que usamos en la vida cotidiana se abre o enciende hacia la derecha. Con una paciencia que contrastaba con su figura imponente, me mostró cómo en lo trivial pueden encontrarse respuestas sobre el cosmos, la tierra, e incluso sobre la forma en que se abre la puerta de la casa. Esto que, para los lectores puede ser una simple anécdota, se transformó en una lección inolvidable. En ese momento, entendí que su carácter no era una barrera, sino una invitación a ver el mundo con profundidad. Esa misma voz que me asustó al principio me llevó a un viaje de descubrimientos.

Con el tiempo, Guido se convirtió en un referente constante en mi vida. Conversar con él era una oportunidad para entender la realidad política y social desde una perspectiva crítica, pero siempre con una dosis de esperanza. Era un pesimista moderado, alguien que comprendía mejor que nadie la fragilidad humana y la naturaleza muchas veces decepcionante de quienes ostentan el poder. A pesar de su desencanto por las promesas incumplidas y las limitaciones de los políticos, siempre tenía una chispa de esperanza que me inspiraba a seguir adelante, a no dejarme vencer por el pesimismo. En él encontré un faro que me recordaba la importancia de enfrentar la verdad, de vivir con los pies firmes sobre la tierra, pero con la mente abierta al futuro.

Hoy, al despedir a Guido, no puedo dejar de pensar en la enorme pérdida que esto significa. Su presencia, sus enseñanzas y su capacidad para ver más allá de lo evidente nos deja un vacío irreparable. Pero su legado, su forma de entender el mundo y enfrentarlo, vive en cada uno de nosotros que tuvimos la suerte de compartir con él.

Quiero dirigirme especialmente a su esposa, mi querida madrina, una mujer a la que amo profundamente. Enfrentar esta pérdida es un desafío que parece imposible, pero sé que Guido está vivo en todos nosotros. Su amor por la verdad, su pasión por el conocimiento y su manera de ver el mundo siempre nos acompañarán. En este momento de dolor, quiero entregarte, madrina, un mensaje de fortaleza y resignación. Vamos a superar esta pérdida desde el amor, el mismo amor que Guido nos enseñó a través de su ejemplo.

Descansa en paz, querido Guido. Siempre estarás en nuestros corazones y en nuestras mentes, guiándonos como lo hiciste en vida, con tu sabiduría y tu amor por la verdad.

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