Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.
Mi mamá, sobreviviente del terremoto de Popayán, siempre ha sido una mujer precavida. Desde que tengo memoria, ella siempre ha hablado del maletín de emergencias y lo que debería contener: un par de linternas, algunos alimentos no perecederos y, por supuesto, un silbato. Elementos que deberían estar a la mano, en caso de necesitarlos. Una recomendación que ha cobrado vigencia con la reciente actividad del Volcán Puracé.
Desde la madrugada del lunes, el coloso nos recordó su presencia con una serie de sismos y emisiones de ceniza que llegaron hasta nuestra ciudad. Como era de esperarse, las redes sociales se convirtieron en terreno fértil para rumores y desinformación. ¿El más recurrente? La supuesta escasez de agua potable. Como si no bastaran los problemas habituales de la vía Panamericana y los bloqueos, de pronto nos vimos en largas filas para comprar agua embotellada, con la misma ansiedad que nos caracteriza cada vez que sentimos que el mundo puede tambalear.
Y aunque es natural que situaciones como esta generen preocupación, también es un llamado a reflexionar. Las emergencias no se previenen con pánico ni con el reenvío masivo de mensajes alarmistas, sino con información clara y medidas sensatas. En ese sentido, es clave seguir las actualizaciones del Servicio Geológico Colombiano y las indicaciones de las autoridades locales, Alcaldía y Gobernación también están haciendo su mejor esfuerzo. Estos son los organismos que, en medio de todo, tienen la responsabilidad de protegernos.
Sin embargo, también debemos asumir nuestra cuota de responsabilidad. Tener un plan de emergencias en casa, revisar las rutas de evacuación y, sí, desempolvar ese kit de supervivencia que, tal vez como el de mi mamá, incluya un silbato que ojalá nunca tengamos que usar. La preparación no garantiza que podamos controlar lo impredecible, pero sí nos da la tranquilidad de saber que hemos hecho nuestra parte.
El Puracé no solo es un recordatorio de la fuerza de la naturaleza, sino también de la resiliencia que debemos construir como comunidad. Al final del día, puede que los sismos pasen y las cenizas se disuelvan, pero la calma bien informada es algo que debería quedarse. ¿Ya encontraron su kit de emergencia?
