Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.
En el Día del Periodista, es imposible hablar de la libertad de prensa y de expresión sin reconocer el papel fundamental que han desempeñado las mujeres periodistas en la construcción de sociedades más informadas, justas y democráticas. Su labor ha estado marcada por la determinación, la valentía y la lucha constante contra barreras de género que, a pesar de los avances, siguen presentes en el ejercicio de esta profesión.
El informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH deja en claro que las mujeres periodistas no solo enfrentan los mismos riesgos que sus colegas varones, sino que están expuestas a amenazas adicionales por razón de género. Desde la discriminación en los medios de comunicación hasta la violencia en línea y física, pasando por la exclusión de debates clave y la subrepresentación en espacios de toma de decisiones, su camino ha estado plagado de obstáculos. Sin embargo, a pesar de ello, las mujeres periodistas han seguido en pie, dando voz a los sin voz, denunciando injusticias y promoviendo el derecho a la información.
En nuestra propia casa editorial, las huellas de grandes mujeres periodistas han sido fundamentales para la historia y el presente de El Liberal. Adriane Villota, Ismenia Ardila y Paloma Muñoz, entre muchas otras, han dejado una marca imborrable en estas páginas. Excúseme que no nombre a todas, de verdad. Su compromiso con la verdad, su rigor periodístico y su sensibilidad para contar las historias que importan han sido esenciales para que este periódico siga siendo un referente de independencia, pluralidad y democracia después de más de ochenta años de historia. Gracias a ellas, y a muchas otras mujeres que han pasado por esta redacción, este medio ha consolidado su voz libre y comprometida con la sociedad.
Las cifras del informe de la CIDH revelan la persistente desigualdad en los medios. Aunque cada vez hay más mujeres en las redacciones, pocas ocupan puestos de liderazgo. La violencia y el acoso siguen siendo realidades cotidianas, muchas veces silenciadas o minimizadas. Y en el mundo digital, el anonimato ha permitido que se multipliquen las agresiones contra periodistas mujeres, poniendo en riesgo su integridad y su derecho a ejercer libremente su labor.
Frente a este panorama, el reconocimiento no basta. Es necesario asumir un compromiso real para que las mujeres periodistas puedan ejercer su profesión sin miedo y en condiciones de igualdad. Eso significa garantizar espacios seguros, denunciar la violencia, exigir políticas de equidad en los medios y reconocer su papel como constructoras de opinión pública y democracia.
Hoy, rendimos homenaje a todas las mujeres que hacen periodismo, a las que han marcado la historia de este medio y a las que día a día siguen desafiando el machismo, la censura y la violencia. En ellas, en su lucha y en su trabajo, reside una parte esencial del periodismo que defiende la verdad y el derecho de la sociedad a estar informada. A todas ellas, gracias.
