Por: Alejandro Zúñiga Bolívar
Hay hechos que, por su potencia simbólica y por su impacto real, deben celebrarse con todo el corazón. La creación de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil del Departamento del Cauca es uno de ellos. Este domingo, en el marco del Festival de Música Religiosa de Popayán, sesenta jóvenes músicos de once municipios del departamento se presentarán por primera vez bajo la dirección de la maestra Tatiana Pérez Hernández. A ellos se suman diez integrantes de la Red de Músicas de Medellín, en un gesto de intercambio y unión que da aún más sentido a esta orquesta como símbolo de territorio y de país.
Que este nacimiento se dé justamente durante el Festival de Música Religiosa de Popayán —uno de los eventos culturales más antiguos y prestigiosos del continente— es también un mensaje claro: la música no solo es tradición, también es presente y es, sobre todo, futuro. Y en un departamento tan golpeado por la violencia como el nuestro, la formación artística y cultural de las nuevas generaciones es la herramienta más poderosa de transformación que podemos tener.
Nunca es tarde para apostarle a lo que realmente importa. Cada instrumento afinado por estos jóvenes, cada nota que ensayan y cada aplauso que reciben, son formas de sanar y construir. En un Cauca donde tantas veces el ruido de los fusiles ha querido imponerse, iniciativas como esta nos recuerdan que el arte tiene un sonido propio: uno que no impone, que no hiere, que no divide. Por el contrario, la música convoca, une, consuela y eleva.
Desde El Liberal, celebramos esta apuesta que ya cuenta con el apoyo de instituciones públicas y privadas. A la Alcaldía de Popayán, al Ministerio de las Culturas, al Festival de Música Religiosa y a todas las entidades que han creído en este sueño colectivo, nuestro aplauso. Y a quienes aún no se han sumado, esta es una invitación abierta: apoyar la formación artística de nuestros niños y jóvenes no es un lujo, es una responsabilidad histórica.
Durante esta semana, el Festival de Música Religiosa ofrecerá una programación diversa y de altísima calidad, con más de veinte conciertos y la presencia de artistas de nueve países. A todas y todos los caucanos, los invitamos a asistir, a encontrarse con la música, a descubrir nuevas voces, nuevos sonidos, nuevas formas de imaginar el mundo. Y a reconocer, con orgullo, que en medio de las dificultades, en el Cauca siguen naciendo orquestas, siguen formándose talentos, sigue latiendo la esperanza.
Hoy más que nunca, hagamos que se escuche el arte. Porque si hay algo que puede transformar el futuro del Cauca, es precisamente eso: que el arte hable más fuerte que la violencia.
