Por: Alejandro Zúñiga Bolívar.
En las últimas semanas, el Hospital Francisco de Paula Santander, en Santander de Quilichao, ha ocupado los titulares, señalado por algunos como un “elefante blanco” y defendido por otros como una obra que, aunque inconclusa, sigue siendo una prioridad para el Cauca. Las posiciones opuestas han polarizado la discusión, desviando la atención de lo realmente importante: garantizar que esta infraestructura se concluya y se ponga al servicio de los caucanos lo antes posible.
Debatir sobre si el hospital es un fracaso o una obra en curso es, sin duda, un ejercicio legítimo. Las organizaciones civiles que alzan la voz para señalar las irregularidades en su construcción cumplen con su papel de vigilancia ciudadana, mientras que la Gobernación tiene el derecho y el deber de defender su gestión. Sin embargo, este intercambio no puede convertirse en un campo de batalla que retrase aún más el proyecto. En medio de estas posiciones, lo que realmente está en juego es la salud de miles de caucanos que necesitan una infraestructura adecuada para recibir atención médica oportuna y de calidad.
El hospital representa una oportunidad única para mejorar el acceso a la salud en una región históricamente golpeada por el conflicto y la pobreza. Cada día que pasa sin que las obras sean retomadas y culminadas es un día en el que cientos de personas siguen enfrentando dificultades para acceder a servicios médicos especializados. Por eso, la discusión no debe quedarse en señalar culpables o defender posturas. Debe evolucionar hacia la acción.
Es necesario que las autoridades departamentales, las organizaciones sociales, y los órganos de control trabajen juntos para superar los obstáculos que han paralizado este proyecto. Si hubo irregularidades, estas deben investigarse y sancionarse, pero sin que ello implique más retrasos en la ejecución. Si hay recursos faltantes, es fundamental buscar los mecanismos para asegurar su financiación, ya sea mediante el presupuesto departamental, recursos del Gobierno Nacional o alianzas público-privadas.
Lo que hace falta es un consenso práctico que permita priorizar lo que realmente importa: terminar el hospital y garantizar su operación. La población de Santander de Quilichao y del norte del Cauca no puede seguir esperando. Este proyecto debe ser un símbolo de cómo la gestión pública puede transformarse cuando se antepone el bienestar de la comunidad a las disputas políticas o institucionales.
El Hospital Francisco de Paula Santander tiene el potencial de ser mucho más que una infraestructura. Puede convertirse en un ejemplo de cómo, a pesar de las dificultades, el trabajo conjunto entre autoridades y sociedad civil puede sacar adelante proyectos fundamentales. Pero para lograrlo, es necesario pasar de la discusión a la acción, con un compromiso firme de todas las partes involucradas.
Porque en este caso, la prioridad no es tener la razón, sino garantizar el derecho a la salud de todos los caucanos.
