Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.
Las fiestas o carnavales de Pubenza han sido, durante años, una festividad que congrega a unos y repele a otros. Sin embargo, el proceso de organización de estas festividades ha sido también escenario de tensiones y desencuentros. Este año 2025 no ha sido la excepción. Aunque las recientes decisiones de la administración municipal representan avances significativos, también invitan a reflexionar sobre los retos pendientes para que estas fiestas realmente capturen el espíritu de los payaneses.
Es justo reconocer el esfuerzo de la administración municipal por abrir espacios de participación al sector cultural en la planeación de las festividades. Sin embargo, la génesis de esta participación puede contener una semilla envenenada. Esta decisión respondió a un compromiso adquirido el año pasado, luego de que colectivos culturales protagonizaran una toma pacífica en demanda de mayor inclusión y dignificación de su labor. Y podría ser una semilla envenenada porque, en Popayán, hay más actores culturales diferentes a los que utilizaron las vías de hecho para ganar la incidencia que, hoy, los tiene en el centro de la discusión.
A través de la incidencia, un grupo de colectivos culturales que, juntos, se denominan Juntanza Cultural, logró que, este año, los artistas locales reciban hasta cinco veces más de lo que percibían en ediciones anteriores y algunos que en ediciones pasadas participaban sin remuneración, tendrán finalmente un reconocimiento económico. Este es un logro importante, y los colectivos culturales tienen razón en celebrarlo. Entre las organizaciones culturales que hacen parte de esta Juntanza, se encuentran: Red de Ollas Comunitarias – Fogón Popular, Jueves de Free, Lxs sin techo – Movimiento Popular Comunitario, Periferia Crítica, Agenda por las Artes y las Culturas del Cauca, La Feria, Patojos Getdown, Identidades y Raisense Cew, entre otros.
Sin embargo, la dignificación del sector cultural a través de una remuneración más justa es apenas el comienzo de una conversación más amplia y urgente. Las fiestas de Pubenza deben aspirar a algo más que a ofrecer espectáculos bien remunerados; deben ser una expresión genuina de nuestra identidad. Si estas festividades no se construyen desde las raíces culturales que nos definen como payaneses, corremos el riesgo de que se conviertan en una versión desmejorada del Carnaval de Blancos y Negros de Pasto, perdiendo su singularidad y su capacidad de convocar un sentido de pertenencia.
El camino hacia unas fiestas de Pubenza verdaderamente representativas implica un esfuerzo concertado por rescatar y proyectar nuestras tradiciones. Este proceso demanda una reflexión profunda sobre qué significa ser payanés y cómo estas fiestas pueden ser un espejo de nuestras historias, nuestras luchas y nuestras aspiraciones. No se trata solo de incrementar el presupuesto o garantizar la inclusión, aunque ambas cosas sean fundamentales, sino de construir colectivamente una narrativa que enriquezca nuestro patrimonio cultural y lo haga vibrante y vivo.
Hoy celebramos que se ha dado un paso importante hacia la dignificación del sector cultural. Pero la celebración no debe cegarnos ante los retos que aún persisten. Si queremos que las fiestas de Pubenza sean un verdadero motivo de orgullo, debemos trabajar juntos para que sean más que una festividad; que sean una declaración de quienes somos y un puente hacia el futuro que deseamos construir como sociedad.