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Despolitizar el Acueducto es una urgencia impostergable

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.

En Popayán, la empresa que maneja el servicio de agua tiene un monopolio que, lejos de garantizar estabilidad, ha estado constantemente envuelta en controversias sobre burocracia, ineficiencia y una preocupante situación financiera. Ya no podemos permitirnos seguir ignorando que el agua, un recurso vital y un servicio esencial, esté siendo gestionada bajo el vaivén de las conveniencias políticas del mandatario de turno. Esto debe parar.

El Acueducto de Popayán no puede seguir siendo un botín burocrático que cambia de manos según quién ocupe la Alcaldía. La empresa tiene que estar enfocada en resolver los problemas estructurales que enfrenta la ciudad, no en alimentar el apetito insaciable de cuotas políticas. Resulta inadmisible que el centro de la discusión siga siendo la colocación de amigos y aliados en cargos administrativos mientras la ciudad enfrenta serios problemas de infraestructura que, sin atención urgente, van a seguir afectando a miles de ciudadanos.

Uno de los ejemplos más alarmantes es la comuna 5, que se inunda de manera constante con las avenidas torrenciales de los cerros. La falta de mantenimiento y la obsolescencia de las redes no solo representan un riesgo para la infraestructura de la ciudad, sino también para la calidad de vida de sus habitantes. Esto es lo que debe ser prioridad, no la burocracia. Las soluciones están ahí: reposición de redes, obras de bioingeniería para controlar la velocidad del agua que baja de los cerros, o incluso medidas más agresivas para regular el consumo no registrado en asentamientos informales. Son problemas estructurales que requieren visión técnica y decisiones de fondo.

El verdadero reto de esta administración debe ser salir de la lógica del clientelismo y poner el bienestar de los habitantes de Popayán en el centro de la agenda. ¿De qué sirve pregonar una recuperación de la ciudad si lo que se pretende es rescatar un acueducto desde la burocracia? La visión tiene que estar en resolver los problemas históricos de fondo, y en construir soluciones reales y sostenibles que respondan a las necesidades urgentes de la población.

El agua no puede seguir siendo rehén de la política. Es hora de despolitizar el Acueducto, de poner la eficiencia y el servicio público por encima de los intereses particulares, y de hacer un esfuerzo serio por recuperar la empresa desde sus cimientos, no desde sus oficinas administrativas. Popayán merece un acueducto que funcione, y lo merece ya.

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