El campeonato del lazo en ganadería es mucho más que una competencia; es una expresión viva de la cultura rural, un homenaje a las tradiciones ganaderas y un espacio donde se celebran la destreza, la pasión por el campo y el trabajo en equipo.
Por: Antonio María Alarcón Reyna
En una manga del crucero de Versalles en el valle del Patía, se realiza cada año, el campeonato regional del lazo, que permite a los vaqueros de la región, demostrar sus destrezas y habilidades en las labores de vaquería y que consiste en enlazar un potro cerrero.

Los lazos son herramientas claves para los competidores, ya que deben lanzar la cuerda con precisión para capturar a los animales de manera rápida y eficiente. Los vaqueros o “lanceros” deben acercarse al ganado, generalmente vacas o toros, para lanzarle el lazo, en un acto que requiere reflejos rápidos y una sincronización perfecta entre el jinete y el animal.
Según Sócrates Martínez, aficionado a estas actividades “el lazo es parte de la vaquería, de las personas que se dedican a las labores de la ganadería y queremos destacar en estos eventos, la habilidad que tiene el vaquero para enlazar un potro cerrero. Tratando de que estas características de la vaquería no se pierdan en esta región, donde la economía se basa mucho en la ganadería”.
El campeonato del lazo tiene una gran importancia cultural y social, ya que no solo es una prueba de habilidad, sino también una celebración de la tradición ganadera. Los lazos representan el vínculo histórico entre las comunidades rurales y sus prácticas ancestrales de manejo del ganado. Los competidores, que a menudo son parte de familias con generaciones dedicadas a la ganadería, compiten no solo por el honor, sino también por premios y reconocimiento en su comunidad.
“Es una actividad abierta para que participen personas que vengan de cualquier parte y que tengan destreza en el manejo de los lazos. Los concursantes deben regirse por un reglamento que se ha establecido y que contiene las diversa variables que le permiten al jurado, poder calificar al participante. Los requisitos mínimos son tener sombrero, poncho y rejo de cuero, que son los aparejos normales en las faenas del campo y la vaquería”.
“El lazo debe ser de cuero de res y normalmente tiene una extensión de unos quince metros. La principal exigencia que se debe cumplir, es que cuando el potro salga del corral y el vaquero le lance su lazo, sepa que hay una raya antes de los primeros 20 metros y en ese espacio, el potro debe ir ajustado de cuello limpio. Los participantes que logren esa primera exigencia, van pasando a la siguiente ronda y los que no lo logren quedan eliminados en una especie de muerte súbita”.

“Los que pasan a la siguiente ronda, comienzan de nuevo y así sucesivamente, hasta que finalmente haya un ganador. Eventualmente se dan casos de que ninguno logra volver a enlazar el potro y entonces el concurso queda desierto y el premio se acumula o se reparte entre todos, según los criterios de los organizadores”.
“Hay otras condiciones del reglamento que generan puntos en caso de empate al enlazar, y es que el lazo esté bien entorchado, que sea vistoso y bonito. Otra clausula es la manera de tirar el lazo, o por encima o por debajo, según lo que se decida al momento de la competencia. No importa si el competidor es zurdo o diestro, debe cumplir el reglamento. Hay una manera de tirar el lazo por encima, que acá llamamos “machetiao” y que forma parte de los requisitos que se deben cumplir en la competencia. Los organizadores definen los diversos modos de lanzamiento del lazo y son autónomos para decidir cuando se hace de una manera o de otra”.
“La intención es conservar estas costumbres y tradiciones de la vaquería de nuestra región. En estas tierras tenemos a Neftalí Mongrovejo, que es uno de los vaqueros más diestros de esta región del valle del Patía”.




