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Popayán: entre la conquista y la fundación, una historia que nos invita a reflexionar

En el marco de la conmemoración de los 488 años de Popayán, surge el debate sobre si es más preciso hablar de su fundación o su conquista, un cuestionamiento que nos lleva a reflexionar sobre nuestras raíces y la necesidad de incluir todas las voces en nuestra historia.

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar

Popayán, la Ciudad Blanca, celebra este 11 de enero 488 años desde su fundación oficial. Sin embargo, detrás de esta fecha emblemática se encuentra un debate que ha cobrado fuerza en los últimos años: ¿realmente se debería hablar de la fundación de Popayán o, más bien, de su conquista? Esta pregunta no solo desafía la narrativa tradicional, sino que también invita a reconocer y valorar las historias de quienes ya habitaban esta tierra antes de la llegada de los españoles.

La narrativa de la “fundación”

El 13 de enero de 1537, Sebastián de Belalcázar, enviado por la Corona española, llegó al territorio que hoy conocemos como Popayán y lo “fundó” bajo las leyes del derecho colonial. Este acto, que se celebra año tras año como el inicio oficial de la ciudad, ha sido durante siglos un motivo de orgullo y una manera de destacar su importancia histórica en la construcción del país. Sin embargo, al celebrar esta “fundación”, se omite o minimiza un hecho innegable: en esta tierra ya existían comunidades indígenas organizadas, con sistemas sociales, culturales y políticos complejos.

La realidad de la “conquista”

Hablar de la “conquista” de Popayán nos obliga a mirar al pasado con ojos críticos. Antes de la llegada de Belalcázar, el territorio estaba habitado por los pubenenses, un pueblo indígena que resistió la invasión española. El establecimiento de la ciudad implicó no solo la desestructuración de sus formas de vida, sino también el sometimiento y desplazamiento de estas comunidades.

La conquista, a diferencia de la narrativa romántica de la fundación, pone en evidencia el uso de la violencia, la imposición de una nueva religión y cultura, y el inicio de un sistema colonial que marginó a las poblaciones originarias. Reconocer este hecho no busca desacreditar la importancia de Popayán en la historia nacional, sino reivindicar a quienes pagaron el precio de su creación.

Un debate actual

El debate sobre “fundación” versus “conquista” no es exclusivo de Popayán, pero en el contexto de su cumpleaños 488 adquiere una relevancia especial. La ciudad, que jugó un papel fundamental en la independencia y en la formación de la República de Colombia, tiene la responsabilidad de mirar hacia atrás y replantear su narrativa histórica para incluir las voces de aquellos que fueron invisibilizados durante siglos.

Algunas ciudades en América Latina han optado por replantear sus conmemoraciones, pasando de celebrar fundaciones a recordar resistencias. Este cambio no busca borrar la historia colonial, sino integrarla con las historias de los pueblos indígenas y afrodescendientes que también forman parte del ADN de nuestras ciudades.

Mientras Popayán celebra otro año de historia, es necesario abrir espacios para reflexionar sobre el pasado y el presente de la ciudad. Reconocer tanto los aportes de los colonizadores como la resistencia de las comunidades indígenas no solo enriquece nuestra comprensión de la historia, sino que también fortalece nuestra identidad colectiva.

La “fundación” de Popayán no puede entenderse sin su “conquista”. Ambas narrativas deben coexistir en nuestra memoria, no como una contradicción, sino como un testimonio de la complejidad de nuestro pasado. En este aniversario, que la conmemoración sea también una invitación a construir un futuro más inclusivo y reconciliador, donde todas las voces sean escuchadas y valoradas. ¡Feliz aniversario, Popayán! Que sigas iluminando nuestra historia y nuestro porvenir.

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