sábado, noviembre 8, 2025
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Autopsia de Macondo

Por: Juan Carlos López Castrillón.

Después de ver la serie de Netflix sobre Cien años de soledad, me siento a hablar de ella con mi hermano (médico) José Fernando, quien me hace un análisis clínico de la novela.

—Hay que partir de un hecho —me dice—, y es que en la vida diaria, como en los personajes de ficción, existen enfermedades del alma y enfermedades del cuerpo que se relacionan y generan alteraciones en la salud. Un buen ejemplo en la serie (y en el libro) es cómo se va engendrando el odio y cómo este termina contagiando el alma. Situación que ocurre en la vida real.

Cuando ese odio sale a la superficie, se expresa en violencia, crea lesiones dolorosas en el cuerpo y genera muerte. Esa ha sido la historia de Colombia en estos más de dos siglos posteriores a la independencia.

En la obra de García Márquez tenemos las dos expresiones de enfermedades. Por ejemplo, en el caso de José Arcadio se tiene un claro cuadro clínico de desequilibrio mental, que podría explicarse desde una visión médico-científica por una lenta intoxicación debido a los metales pesados con los que él trabajaba en su taller (plomo, yodo, mercurio, plata, etc.), en su búsqueda de multiplicar el oro o plasmar el rostro de Dios en un daguerrotipo.

Arcadio podría estar en un cuadro similar, solo que no tan avanzado, también atribuible a su trabajo con la alquimia y, sobre todo, con el daguerrotipo.

Remedios, por su parte, cumplía con todas las condiciones para indicarle la necesidad de una cesárea: era muy joven, pequeña, en su primer parto y estaba embarazada de gemelos. El riesgo de muerte fetal y materna era inminente.

La peste del insomnio, al igual que la pérdida de la memoria, puede explicarse como una manifestación de una encefalitis viral o de una afección colectiva de tipo mental, inclinándose más por la primera teoría. Propicia para un pueblo que vivía al lado de un río que baja de la Sierra Nevada, en un clima tropical y casi selvático, con muchos mosquitos y zancudos. Ahí está todo dado para una variante viral que produzca una entidad de neuroinfección.

Las historias de García Márquez tienen la influencia de la tradición oral de un hombre que, en su biografía y entrevistas, cuenta que fue criado entre mujeres que le narraban historias llenas de misterios, encantos y duendes. Él las captaba, replicaba y de ahí nace el realismo mágico.

Otro caso digno de análisis es el de Melquíades, el gitano, quien viene a aportar el ingrediente de la ciencia, de la inquietud humana de buscar respuestas más allá de la magia (los imanes, los lentes, la alquimia, la piedra filosofal, entre muchos otros). Las acciones de Melquíades tienen los componentes del método científico: observación, hipótesis, experimentación y conclusiones. Método desarrollado en forma rudimentaria, pero que tenía las bases de la ciencia en un entorno mágico.

Pero hay un elemento recurrente en todos los personajes: esta es una historia sobre la soledad y sobre el envejecimiento triste, que inicia cuando, en medio de una casa habitada, se amarra al patriarca al árbol del patio. No había otro título posible: Cien años de soledad. Esa es la esencia de los personajes, jóvenes o viejos.

Hoy en día, la soledad y el envejecimiento son ya un problema de salud pública. En Japón, Inglaterra y Holanda se está hablando de la crisis de la vejez y de la soledad, por eso los dos primeros han creado el Ministerio de la Soledad. La soledad es universal.

Las enfermedades son personajes protagonistas de la novela, tanto las afecciones del cuerpo como las del alma, que han influido siempre para cambiar el curso de la historia.

La gran conclusión es que tenemos sociedades enfermas y que, si no las entendemos, no podremos hacer bien la tarea por mejorarlas. Popayán obviamente también es un caso clínico, digno de estudio, donde, a pesar del nuevo bullicio, siempre se termina decantando, como Macondo, entre el odio, la envidia y la soledad.

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