En una jornada electoral marcada por una alta participación ciudadana, el candidato de la derecha, José Antonio Kast, ha sido elegido como el nuevo presidente de Chile, abriendo un nuevo e incierto escenario para el país sudamericano

Kast, líder del Partido Republicano, logró imponerse de manera rotunda en la segunda vuelta presidencial celebrada este domingo, superando a su rival de izquierda, Jeannette Jara. Este triunfo lo convierte en el primer presidente de ultraderecha del país desde el retorno a la democracia, tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Según los datos oficiales difundidos por el Servicio Electoral de Chile (Servel), y con más del 95% del escrutinio realizado, José Antonio Kast obtuvo un contundente 58,21% de los apoyos, frente al 41,79% que cosechó la aspirante de la coalición de izquierdas, Jeannette Jara, quien rápidamente reconoció su derrota.
Un triunfo que desafía las expectativas
La elección se percibía como una de las más reñidas de la historia reciente de Chile. En la primera vuelta, realizada el 16 de noviembre, Jara, de 51 años, había sido la opción más votada con el 26,9% de los sufragios, mientras que Kast se había posicionado en segundo lugar con el 23,93%.
El panorama político chileno ha experimentado un giro trascendental.
Sin embargo, para el balotaje, Kast logró consolidar el apoyo de los otros tres candidatos de derecha que participaron en la primera vuelta, una alianza que resultó decisiva para su victoria final.
El triunfo de Kast representa una clara apuesta por un cambio de rumbo en la nación. El nuevo mandatario electo promueve una plataforma política basada en valores tradicionales y es abiertamente crítico con las políticas de izquierda, especialmente en áreas como derechos civiles y políticas públicas. A nivel económico, aboga por un Estado más limitado, mientras que en lo institucional enfatiza la necesidad de un enfoque firme en la ley y el orden.
El legado de Pinochet y la nueva era política
La victoria de José Antonio Kast no es solo un triunfo ideológico, sino también histórico. Su figura ha generado controversia debido a su abierta defensa de gran parte del legado del dictador Augusto Pinochet. Su elección marca una clara polarización en el electorado, y su mandato se iniciará en un momento crucial para la estabilidad política y económica de Chile.

A pesar de la fuerte contienda, el aún presidente, Gabriel Boric, se apresuró a felicitar a su sucesor, demostrando un compromiso institucional con la transición democrática. Boric se puso “a disposición” del presidente electo para facilitar el cambio de mando.
Con este resultado, Chile se prepara para una nueva era política que promete ser altamente desafiante. La agenda de Kast se centrará en desmantelar políticas progresistas recientes y en impulsar un modelo económico y social con un marcado sello conservador, cumpliendo así la promesa de la derecha de devolver al país un enfoque de “orden y estabilidad”.




