jueves, diciembre 4, 2025
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La Colombia que soñamos

 Por: Juan Cristóbal Zambrano López

 La República de Colombia no apareció de repente en el mapa. No fue un hecho casual ni una simple coincidencia geográfica. Colombia es una nación aún en construcción, un país que se ha edificado piedra a piedra, gota a gota, a través de un proceso largo y doloroso marcado por guerras, dictaduras, derramamiento de sangre, lágrimas y hambre. Es una historia compleja y profunda que todos los colombianos llevamos en el alma, una historia que nos define, pero que también nos obliga a soñar con un futuro distinto.

Desde sus orígenes, Colombia ha sido un territorio de contrastes y desafíos. La violencia ha sido una constante en muchas etapas de nuestra vida nacional, desde las guerras civiles del siglo XIX, pasando por la violencia bipartidista del siglo XX, hasta los conflictos armados internos y la lucha contra el narcotráfico que aún persiste. Sin embargo, pese a todo este sufrimiento, la esperanza no se ha extinguido. Cada nuevo colombiano que nace trae consigo un sueño y la ilusión de que su país puede ser mejor.

En esta tierra, cada niño que llega al mundo sueña con un futuro prometedor, con alcanzar metas que muchas veces parecen inalcanzables debido a las limitaciones económicas y sociales que nos aquejan. Los jóvenes, por su parte, apuestan a cambiar las cosas desde la democracia participativa, buscando hacer oír sus voces a través del voto, la protesta pacífica y la organización social. Y yo, como muchos más, sueño con un país donde cualquiera pueda aspirar a ser presidente, donde las oportunidades no estén reservadas para unos pocos, sino que sean el derecho de todos.

Es por esto que hoy decido re-imaginar la Colombia que sueño. Una Colombia distinta a la que hemos conocido, una Colombia que nos una y nos fortalezca en lugar de dividirnos. Una Colombia donde no importe si tu bandera es roja, azul, amarilla o verde, porque al final del día, lo que realmente debe importar es que todos seamos iguales en dignidad, derechos y oportunidades.

Imagino un país donde el despertar sea sin miedo, un país en paz, donde la tranquilidad no sea un lujo sino la norma. Un país en el que el gobierno no juegue a ver quién grita más fuerte contra la oposición, ni los grupos armados a ver quién provoca más violencia. Un país donde los ciudadanos podamos confiar en nuestras instituciones y donde la justicia sea real y efectiva, no solo un ideal lejano.

Sueño con una Colombia que deje atrás la polarización y la confrontación constante, donde el respeto por la diversidad de opiniones sea el cimiento de nuestra convivencia. Una Colombia en la que podamos debatir con argumentos y no con insultos, donde las diferencias políticas sean oportunidades para el diálogo y no para la división.

En esta Colombia imaginada, la educación sería una prioridad absoluta, un derecho garantizado para todos sin importar su lugar de nacimiento o la condición económica de sus familias. Imagino escuelas y universidades que formen ciudadanos críticos, creativos y comprometidos con el bienestar común, capaces de construir soluciones a los retos que enfrentamos como sociedad.

Visualizo una Colombia con un sistema de salud digno y accesible, donde nadie se quede sin atención por falta de recursos, donde cada persona pueda recibir cuidado con calidad y respeto. Porque la salud es la base para que cualquier persona pueda desarrollar su potencial y contribuir al país.

Además, sueño con una economía que no solo se centre en la extracción de recursos naturales o en sectores tradicionales, sino que apueste por la innovación, la tecnología y el emprendimiento, generando empleo digno y oportunidades para todos. Una economía que cuide el medio ambiente y que promueva un desarrollo sostenible, consciente del valor de nuestra biodiversidad y nuestros ecosistemas.

Veo una Colombia donde las mujeres, los jóvenes, las comunidades indígenas, afrodescendientes y todos los grupos marginados tengan voz y protagonismo en la construcción del país. Una Colombia que reconozca y valore la riqueza de su diversidad cultural y social como un motor para el progreso y la cohesión social.

La Colombia que sueño también es una Colombia con seguridad, pero no solo en términos de presencia policial o militar, sino seguridad humana, seguridad alimentaria, seguridad social y emocional. Una Colombia donde el miedo a la violencia sea reemplazado por confianza y esperanza.

Sé que este sueño no es sencillo ni inmediato. La historia nos ha enseñado que la construcción de un país es un proceso arduo y lleno de retos. Pero también sé que no hay imposibles cuando se trabaja con voluntad, compromiso y unidad. Cada piedra que ponemos en este camino cuenta, cada esfuerzo suma, cada pequeña acción es parte de la gran obra que es nuestra nación.

Por eso, con la pasión de un joven que cree en su tierra, invito a todos mis compatriotas a que re-imaginemos juntos a Colombia, a que no nos conformemos con lo que somos hoy, sino que soñemos con lo que podemos llegar a ser. Que cada uno aporte desde su lugar, desde su talento y desde su conciencia, para ir construyendo esta Colombia mejor, más justa, más humana.

Porque Colombia no es simplemente un nombre en el mapa, es la suma de nuestras historias, nuestras luchas y nuestros sueños. Es el país que hemos ido edificando piedra a piedra, y es también el país que podemos seguir construyendo, con esperanza y con amor, gota a gota, día tras día.

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