HORACIO DORADO GÓMEZ – horaciodorado@hotmail.com
Dirán que la parte más sensible es la piel; otros dirán que la cara y algunos más, que la punta de los dedos. En este escrito que envuelve ideas y emociones opino que, la parte más sensible del ser humano es el bolsillo. Pues la gente entiende y aprende las cosas cuando le tocan el bolsillo. No es necesario estudiar en la Universidad de Harvard. Se aprende a través de diversas fuentes, métodos y no solo donde al cabo de varios años le entregan el grado de doctor, pero no le otorgan el título de “Señor”. Antiguamente “señor” era quien ostentaba un alto rango o posición de autoridad o influencia en la sociedad. El vocablo “Señor” era asociado a la nobleza, al poder y al prestigio, utilizado para transmitir respeto y deferencia. En tiempos antiguos de Popayán se le decía “buen señor”, a un hombre respetuoso, de admiración por revelar cualidades y buenas costumbres, hoy son muy pocos. Retrocedimos en cultura, por la pérdida o declive en valores, conocimientos, costumbres o expresiones, revelada en el deterioro del pensamiento crítico, disminución del respeto por la diversidad, abandono de tradiciones, baja calidad en la vida cultural, derivada de políticas públicas inadecuadas e imposición de valores ajenos: cultura traqueta, producto de las subculturas del narcotráfico y del paramilitarismo, que en poco tiempo se convirtieron en el símbolo distintivo de la sociedad.
La cultura se aprende, no se hereda. Afirmo que son comportamientos aprendidos. Son “culturas” adquiridas a través de interacciones sociales con la familia, los amigos y la sociedad. Desaprendimos la cultura ciudadana porque es un concepto que cambia constantemente, no es estática. El cambio cultural se refiere al movimiento que impulsa la transformación de la sociedad mediante la invención, el descubrimiento o el contacto con otras comunidades. En estos tiempos de incertidumbre, las tradiciones en Popayán ya no son tan comunes como hace cuatro décadas, en la medida que las personas ignoran las costumbres del pasado.
¿Qué pasa si no hay cultura? Una ciudad sin cultura es una sociedad sin futuro, es una sociedad dócil, manipulable que termina siendo fácilmente secuestrada por la incultura en la lucha por el poder. Se nos agotó la cultura. Cambiar es difícil porque nos acostumbramos a hacer cosas diferentes, adquiridas de gente inculta, carente de inteligencia, sin preparación, sin conocimiento necesario para ejercer autoridad de manera efectiva. En Popayán no hay cultura ciudadana. Reina la anarquía, referida a la erosión de comportamientos y actitudes, como el respeto, la empatía y la solidaridad, esenciales para la convivencia pacífica y la transformación social. Carencia que se manifiesta en el desacato de las normas, poca atención al bien común y la ausencia del compromiso con la sociedad, afectando directamente la calidad de vida urbana y el desarrollo sostenible. La incultura reflejada en la falta de conciencia sobre la importancia de la convivencia pacífica, irresponsabilidad individual y colectiva en el entorno social que impide reconocer y actuar en bien de los intereses comunes.
Al hacer y rehacer este escrito, opino que estamos a tiempo, porque todavía afloran nuestras viejas historias y porque nos hallamos entre la angustia y la incomodidad. Para corregir la pérdida debemos agotar el ambiente en que vivimos. Se requiere una cruzada para conducirnos hacia una sociedad consciente, donde las mentes inquietas, a través del pensamiento crítico, sean capaces de cuestionar la realidad de estos momentos de tanta zozobra. La “subcultura del vivo” se extiende a diario, bajo el facilismo del atajo. Este subyace en quienes sobornan para robar el dinero de la salud, la educación y la alimentación de los niños. Llegamos al cinismo de expresar, que los gobernantes antes “robaban, pero hacían”. Se quebrantan las leyes por doquier. Entonces, el cambio de conciencia es de largo aliento -20 años, cuatro alcaldes- para entonces yo seré un sueño, porque son estructurales. Los principios no se negocian, los deberes ciudadanos construyen cultura ciudadana. Por eso, el proceso de construir cultura ciudadana empieza en los primeros años escolares y la familia. Si bien tienen que participar múltiples sectores, debería ser liderado por los educadores. Infortunadamente, la educación en Colombia todavía no aborda el cuidado, el conocimiento y la comprensión de sí mismo, de los otros y del contexto.
En todos los periodos históricos, la educación ha tendido a ser una combinación de las concepciones presentadas, aunque en la modernidad, a causa de las políticas de libre personalidad, presentan serias inconsistencias para promover el respeto. Nadie puede ignorar que una población educada es la base indispensable de una democracia auténtica. El Min-Educación, las secretarías y muchos docentes descuidaron temas fundamentales asociados al desarrollo integral y la formación de competencias éticas. Como quiera que perdió fuerza la transformación voluntaria; “tocar el bolsillo”, con multas económicas puede ser una medida complementaria para infracciones específicas. Un enfoque efectivo de cultura ciudadana implica comprender las motivaciones humanas, fomentar el aprendizaje, la participación, el trabajo en red y la capacidad de los ciudadanos para generar cambios sostenibles en la convivencia.
Civilidad: Mientras tanto, van ganado las mafias y, los políticos de toda laya que se nutre de la corrupción con marrullas buscando el beneficio personal a toda costa.