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Cómo son los buques de guerra enviados por EE. UU. al Caribe y qué capacidad de destrucción poseen

Estados Unidos desplegó a mediados de agosto de 2025 un grupo de buques de guerra en el sur del Caribe, como parte de una operación para presionar a redes de narcotráfico consideradas una amenaza transnacional. La maniobra combina presencia de superficie, ala aérea embarcada y apoyo submarino, lo que permite vigilancia, disuasión y capacidad de respuesta rápida en un corredor marítimo estratégico para el hemisferio.

Redacción El Liberal

El núcleo de la fuerza lo integran tres destructores de misiles guiados de la clase Arleigh Burke: USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson. Son plataformas multipropósito equipadas con el sistema de combate Aegis, capaz de rastrear y enfrentar aeronaves y misiles a gran distancia, además de operar en guerra antisubmarina. Sus lanzadores verticales (VLS) pueden disparar misiles de crucero Tomahawk —con alcance de más de mil kilómetros para golpes de precisión contra blancos terrestres—, misiles antiaéreos Standard y munición antisubmarina, lo que convierte a cada destructor en un nodo de defensa y ataque de alta letalidad.

El Iwo Jima ARG–22nd MEU (SOC) está listo para ser la fuerza de elección de la nación, preparado para responder de manera decisiva a cualquier crisis en apoyo de nuestros intereses nacionales”, afirmó el coronel Tom Trimble, comandante de la 22.ª Unidad Expedicionaria de Marines (SOC). “Somos guerreros: con personal, entrenamiento y equipo para ganar —en cualquier lugar, en cualquier momento—.”

Junto a los destructores, se desplazó el grupo anfibio encabezado por el USS Iwo Jima (LHD-7), acompañado por los transportes anfibios USS San Antonio (LPD-17) y USS Fort Lauderdale (LPD-28). En conjunto embarcan a más de 4.500 marinos y Marines, con helicópteros, aeronaves de despegue corto/aterrizaje vertical como los AV-8B Harrier y convertiplanos MV-22 Osprey, además de lanchas y vehículos para proyección de infantería en costa. Este tipo de fuerza permite desde evacuaciones y ayuda humanitaria hasta incursiones anfibias y operaciones de interdicción marítima.

El componente aéreo se refuerza con aviones de patrulla marítima P-8 Poseidon, especializados en vigilancia de superficie y detección de submarinos, así como en inteligencia, reconocimiento y búsqueda de rutas utilizadas por embarcaciones rápidas. A ello se sumaría, según reportes oficiales, la presencia de al menos un submarino de ataque, que aporta sigilo, sensores avanzados y capacidad de ataque de precisión, además de escolta encubierta para el resto del grupo.

¿Qué significa en términos de poder de destrucción? La combinación de Aegis y VLS en los Arleigh Burke proporciona defensa antiaérea en capas y posibilidad de ataques de largo alcance, mientras que el grupo anfibio agrega masa de maniobra —tropas, aeronaves y logística— para operaciones sostenidas cerca de litoral. En conjunto, se trata de una fuerza apta para controlar espacios marítimos, proteger rutas de interés como las que conectan con el Canal de Panamá y ejecutar misiones puntuales contra objetivos de alto valor.

El objetivo declarado de Washington es aumentar la presión sobre organizaciones criminales con alcance regional y global que utilizan el Caribe como corredor. Más allá del combate directo al narcotráfico, el despliegue envía un mensaje de disuasión estratégica: presencia persistente, libertad de acción y capacidad para escalar desde vigilancia y patrullaje hasta operaciones de mayor intensidad si así lo ordena la cadena de mando. En el plano diplomático, la señal también busca coordinar esfuerzos con países vecinos sin vulnerar su soberanía, y al mismo tiempo reafirma el interés de EE. UU. en la seguridad marítima del hemisferio.

La proyección de esta flotilla durante los próximos meses estará condicionada por inteligencia en tiempo real, cooperación regional y condiciones del mar. Pero su diseño —destructores con misiles de largo alcance, ala aérea embarcada y fuerza anfibia lista para desembarcar— ofrece un abanico de opciones que va desde interdicción y control de rutas hasta apoyo a autoridades civiles y operaciones de estabilización, si se requiriera.

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