
Lo que debería haber sido un motivo de alegría y unión, la Fiesta Patronal en honor a San Lorenzo Mártir y la conmemoración de 248 años de historia, se transformó en un escenario de terror y zozobra para sus habitantes
Por Antonio María Alarcón Reyna
Lamentablemente dos policías y cuatro civiles fueron gravemente heridos tras el ataque de disidencias de las Farc debido a las 0cho explosiones que detonaron, durante la celebración de fundación de La Vega.
En el corazón de los Andes colombianos, donde la tradición y la fe se entrelazan con la vida cotidiana, el municipio de La Vega, Cauca, se encuentra sumido en una espiral de violencia que ha empañado sus más sentidas celebraciones.
Durante la celebración del aniversario, el silencio de las montañas fue roto por el estruendo de más de ocho explosiones, el zumbido siniestro de ataques con drones y el eco de ráfagas de disparos. Estos actos de barbarie, perpetrados por grupos armados, convertieron las calles y plazas, que antes resonaban con música y risas, en zonas de riesgo. La población civil, ajena a los conflictos de los actores armados, ha quedado atrapada en el fuego cruzado, forzada a vivir con la constante amenaza de un ataque. Las festividades, que simbolizaban la resistencia cultural y la identidad del municipio, se han visto opacadas por la urgente necesidad de protección y seguridad.
La situación es crítica. Los hostigamientos no solo han afectado la tranquilidad de los habitantes, sino que también han puesto en riesgo la infraestructura local y la cotidianidad de sus vidas. El simple acto de salir a la calle para comprar alimentos o llevar a los hijos a la escuela se ha vuelto una decisión cargada de incertidumbre. La violencia no distingue entre civiles y combatientes, entre adultos y niños, y sus consecuencias son devastadoras para el tejido social de la comunidad. Las familias de La Vega se han visto obligadas a modificar sus rutinas, a limitar sus movimientos y a vivir en un estado de alerta constante, perdiendo la libertad de disfrutar de su propio hogar y de su entorno.
Ante esta escalada de violencia, la Alcaldía de La Vega ha levantado su voz con un clamor desesperado y un llamado que resuena con la angustia de un pueblo asediado. “Hacemos un llamado urgente a todos los grupos armados para que cesen de inmediato los hostigamientos y ataques que están afectando a la población civil”, ha declarado la administración local. Este pronunciamiento no es solo una petición, sino un grito de auxilio que busca recordarle a los actores del conflicto que sus acciones tienen un impacto directo y doloroso en las vidas de personas inocentes.
La petición de la Alcaldía refleja la impotencia de un gobierno local que se encuentra desarmado ante un conflicto que lo sobrepasa. Es una súplica por el respeto a la vida, a la dignidad y a los derechos humanos de una comunidad que merece vivir en paz. El cese de hostilidades es el primer paso para reconstruir la confianza y la seguridad en el municipio. Es una oportunidad para que los grupos armados demuestren un mínimo de consideración por el bienestar de aquellos que no han elegido ser parte de su guerra.
La Vega, a pesar de la violencia, ha demostrado una resiliencia admirable. La gente, aunque con miedo, se aferra a sus tradiciones y a la esperanza de que la paz regrese. Las celebraciones, aunque reducidas y opacadas, no se han detenido por completo, en un acto simbólico de resistencia y de fe en un futuro mejor. La Fiesta de San Lorenzo Mártir, cuyo significado es el de la lucha y el martirio por la fe, hoy adquiere una nueva dimensión para los habitantes del municipio, que en su dolor y su valentía encuentran una analogía con el sufrimiento del santo.

La comunidad de La Vega, con el apoyo de sus líderes locales, está pidiendo a gritos la atención del gobierno nacional y de la comunidad internacional. Necesitan no solo el fin de los ataques, sino también el acompañamiento y la intervención de las autoridades competentes para garantizar su seguridad y proteger su patrimonio cultural y social. La paz en La Vega no es solo una cuestión de seguridad, sino una necesidad existencial que permitirá a sus habitantes sanar las heridas y volver a ser dueños de su historia y de sus celebraciones.
El gobernador del departamento Jorge Octavio Guzmán se pronunció: “Estas afectaciones son las consecuencias de la carga explosiva puesta por un actor armado ilegal que hoy está afectando a la cabecera municipal de La Vega Cauca, lo habíamos, en su momento, advertido que esta disputa territorial iba a terminar afectada la población civil, más si quedaba en medio del fuego cruzado. Nuestra solidaridad con los habitantes de la cabecera municipal de La Vega Cauca, pero también nuestra firmeza en poder generar esa alerta en el Macizo Colombiano que la disputa territorial no puede convertirse en la muerte de nuestra población, la misma que no está en este momento participando en el conflicto armado, Queremos la paz, queremos trabajar por la vida y es desde ahí que tenemos que encontrarnos todos dentro de la institucionalidad”, expresó el mandatario regional.
Por su parte, el personero de La Vega, Carlos Felipe Vidal expresó: “En nuestra labor de velar por la guarda y promoción de los derechos humanos, rechazamos de manera categórica los hechos ocurridos en la localidad que generaron temor y zozobra en la comunidad”.
El municipio espera que su llamado sea escuchado y que, en un futuro cercano, el sonido de los drones y las explosiones sea reemplazado por la música y las risas que siempre han caracterizado su gente.




