Por: Clara Inés Chaves R. (*)
En diversos medios de comunicación como por ejemplo La Silla Vacía y el diario El Espectador han mencionado recientemente la noticia sobre la disputa por la isla de Santa Rosa en el río Amazonas. Este conflicto es actualmente un foco de tensión diplomática entre Colombia y Perú, y evidencia varios problemas históricos y estructurales que enfrenta la presencia del Estado colombiano en la región amazónica.
Este conflicto por la isla de Santa Rosa no solo evidencia una disputa territorial concreta, sino que refleja una herencia profunda de división interna y la reiterada ausencia de cohesión social en nuestra historia nacional. Así como hoy discutimos la pertenencia de esta isla para Colombia, en el pasado hemos sido testigos de la pérdida de grandes extensiones de nuestro territorio, consecuencia directa de la falta de un nacionalismo integrador que nos identifique culturalmente con nuestro país, su historia y sus múltiples culturas. Colombia se ha mostrado, a lo largo del tiempo, como un país en el que predominan la exclusión y el personalismo, conceptos que dificultan la construcción de una identidad colectiva sólida, debilitando así la capacidad de hacer valer y preservar lo que forma parte de nuestro patrimonio común.
Contexto histórico de la disputa
El límite entre Colombia y Perú en el Amazonas fue fijado principalmente por tratados firmados en el siglo XX—especialmente el Tratado Salomón-Lozano de 1922—aunque muchas islas fluviales como Santa Rosa no existían en ese entonces. La isla de Santa Rosa se formó por sedimentos en los años setenta y fue ocupada primero por ciudadanos peruanos. Con el tiempo, el Estado peruano construyó infraestructura pública e incorporó oficialmente la isla a su territorio en 2025, elevando las tensiones con Colombia. El gobierno colombiano alega que la soberanía sobre nuevas islas formadas tras los acuerdos debe resolverse de mutuo acuerdo, según lo firmado en los instrumentos bilaterales.
Falta de presencia del Estado colombiano
Un elemento central del conflicto es la falta de presencia efectiva del Estado colombiano en la isla y otras zonas fronterizas. Perú ha instalado escuelas, centros de salud y servicios públicos, mientras que la infraestructura colombiana es prácticamente inexistente. Esto ha llevado a que la mayoría de habitantes se identifiquen como peruanos y a que la bandera de Perú sea la que ondee en la isla, a pesar de la presencia de ciudadanos colombianos y brasileños. Este vacío estatal se repite en muchos puntos fronterizos del territorio nacional.
El río Amazonas y el dragado: una deuda histórica
Desde hace al menos 30 años se advierte que el Amazonas está cambiando su cauce principal hacia el lado peruano, sedimentando el acceso colombiano y amenazando con dejar a Colombia sin salida directa al canal principal ni puerto fluvial para Leticia. Los gobiernos colombianos no han ejecutado los dragados ni otras obras recomendadas, a diferencia de Perú y Brasil, que sí han intervenido en sus tramos del río.
Lecciones para Colombia
La situación revela la urgencia de fortalecer la presencia estatal y la soberanía en las fronteras, así como asumir la unidad nacional en torno a la defensa del territorio, sin divisiones ideológicas. El Estado colombiano debe garantizar servicios, derechos y acciones efectivas en cada rincón del país, como el dragado del río y la dotación de servicios públicos, para solidificar la identidad nacional y evitar la pérdida de más territorio.
(*) Exdiplomatica y escritora
correspondientes, de acuerdo al contenido utilizado de cada fuente:
El conflicto entre Colombia y Perú por la isla de Santa Rosa: lecciones de soberanía, presencia estatal e identidad nacional
La disputa por la isla de Santa Rosa en el río Amazonas es actualmente un foco de tensión diplomática entre Colombia y Perú, y evidencia varios problemas históricos y estructurales que enfrenta la presencia del Estado colombiano en la región amazónica (“La disputa por la isla Santa Rosa entre Colombia y Perú”, La Silla Vacía).
Contexto histórico de la disputa
El límite entre Colombia y Perú en el Amazonas fue fijado principalmente por tratados firmados en el siglo XX—especialmente el Tratado Salomón-Lozano de 1922—aunque muchas islas fluviales como Santa Rosa no existían en ese entonces. La isla de Santa Rosa se formó por sedimentos en los años setenta y fue ocupada primero por ciudadanos peruanos. Con el tiempo, el Estado peruano construyó infraestructura pública e incorporó oficialmente la isla a su territorio en 2025, elevando las tensiones con Colombia. El gobierno colombiano alega que la soberanía sobre nuevas islas formadas tras los acuerdos debe resolverse de mutuo acuerdo, según lo firmado en los instrumentos bilaterales (“Colombia y Perú escalan tensión diplomática por isla amazónica”, El Espectador).
Falta de presencia del Estado colombiano
Un elemento central del conflicto es la falta de presencia efectiva del Estado colombiano en la isla y otras zonas fronterizas. Perú ha instalado escuelas, centros de salud y servicios públicos, mientras que la infraestructura colombiana es prácticamente inexistente. Esto ha llevado a que la mayoría de habitantes se identifiquen como peruanos y a que la bandera de Perú sea la que ondee en la isla, a pesar de la presencia de ciudadanos colombianos y brasileños. Este vacío estatal se repite en muchos puntos fronterizos del territorio nacional (“La disputa por la isla Santa Rosa entre Colombia y Perú”, La Silla Vacía).
El río Amazonas y el dragado: una deuda histórica
Desde hace al menos 30 años se advierte que el Amazonas está cambiando su cauce principal hacia el lado peruano, sedimentando el acceso colombiano y amenazando con dejar a Colombia sin salida directa al canal principal ni puerto fluvial para Leticia. Los gobiernos colombianos no han ejecutado los dragados ni otras obras recomendadas, a diferencia de Perú y Brasil, que sí han intervenido en sus tramos del río (“Colombia y Perú escalan tensión diplomática por isla amazónica”, El Espectador).
Lecciones para Colombia
La situación revela la urgencia de fortalecer la presencia estatal y la soberanía en las fronteras, así como asumir la unidad nacional en torno a la defensa del territorio, sin divisiones ideológicas. El Estado colombiano debe garantizar servicios, derechos y acciones efectivas en cada rincón del país, como el dragado del río y la dotación de servicios públicos, para solidificar la identidad nacional y evitar la pérdida de más territorio (“La disputa por la isla Santa Rosa entre Colombia y Perú”, La Silla Vacía).




