Silvio E. Avendaño C.
Quien hubiera podido pronosticar que fuese víctima del trancón por una manifestación y, que por el celular llamase al Escuadrón Móvil Antidisturbios, para que disolviera el atasco. De los archivos del recuerdo, vino a la mente, la participación en las movilizaciones de los estudiantes en los años 70. La caída del caballo de la policía, en el deprimido de la 26 con 13. Las bolas de cristal, lanzadas en la vía, hicieron que el potro trastrabillara y fue al vacío. No se supo cómo el jinete logró escapar de la caída. Días después, en la primera página del “periódico oficial”, un militar de alto rango se lamentaba de la violencia de los manifestantes. Gonzalo Arango, fundador del nadaísmo, escribió el poema “Ha muerto un General de la república…”, del resto no me acuerdo.
Eran otros tiempos-pensaba- mientras permanecía detenido. La manifestación avanzaba hacia la plaza de Bolívar. Esos bárbaros que no quieren estudiar, pintando las calles con mamarrachos. Olvidan la urbanidad de Carreño “En las paredes y la muralla solo escribe la canalla”. Y, en este atasco por el espejo retrovisor, veo motociclistas. Gentuza de los pueblos. Compran una moto, casco y celular… y consiguen trabajo. “Brazos robados a la agricultura.” En la universidad me convertí en un rebelde. Aprendíamos de memoria: Los conceptos elementales del materialismo histórico, de la madre Marta Harnecker, Las cuatro tesis… y la Economía política, de Nikitin. En la academia descuidamos la formación teórica, lo importante era el movimiento, para formar los cuadros que harían la revolución. Pasados los semestres, sin mayor esfuerzo, no tenía ánimo para hacer el trabajo de grado. Pagué por la tesis, más fácil que ponerse a leer libros y enredarse con teorías. En la sustentación los profes parecían jurados de oficio.
No faltaban los problemas. La casa, ubicada en el sector histórico, casi cae afectada por un terremoto, pero fue lo de menos. Lo serio fue la invasión de la hacienda, en la vereda del pueblo, cada vez que se corría la cerca… A la gentuza hubo que darles palo para que se largaran y, quebrar a más de uno. Las primeras canas aparecieron cuando me encontraba en Europa. Fueron buenos tiempos, pues cayó el Muro de Berlín y el socialismo real. Al volver tocó que armarnos con los hacendados, dada la ineficiencia del Estado, ante el abigeo, los secuestros y la guerrilla. Al echar abajo la reforma agraria, la situación se puso templada, porque todos se volvieron más alevosos, agresivo y, hubo que recurrir a otras formas de lucha.
Pero la dicha es esquiva. Mi hijo se encuentra en una clínica de reposo. Un intento más por salir de la marihuana, cocaína y…Mi esposa, cada día más perdida, pues se encamina hacia una secta de avivamiento. De pronto, un conductor vecino me dice. “Le han robado las farolas del auto”, por estar pensando en pendejadas…Mientras parece que despejaron el bloqueo de la calle principal, pues comienza la pitadera.