CARLOS E. CAÑAR SARRIA – carlosecanar@hotmail.com
Es la vida el fundamento de los derechos humanos y el oficio de la Filosofía – más que las demás ciencias- es hacer posible la vida en condiciones de dignidad, como factor fundamental en todas las esferas de la sociedad.
La existencia humana siempre suscita preguntas y problemas. A la Ontología le corresponde la respuesta al problema de la vida, puesto que se ocupa de ese ser necesario y real que es la persona humana, fundamento de otros seres. El problema de los derechos humanos es filosófico y comprender lo que es la vida es un asunto ontológico. La vida está considerada como el derecho fundamental, su carácter absoluto subsume todos los demás derechos, los cuales se hacen incomprensibles si no se explican a través de la misma existencia humana revestida de realidad, necesidad y posibilidad. Referirse a una vida más digna y de mejor calidad es hablar de sus posibilidades.
Fundamentar filosóficamente los derechos humanos es llegar al reconocimiento de que sin dignidad no hay vida posible. Reconocimiento que hace de los derechos humanos un problema universal, independientemente del tipo de modelo económico, régimen político y de cualquier ideología .Vivir, naturalmente nunca es fácil y es la dignidad la que nos hace entender la existencia como el riesgo de vivir que tiene como tarea la obtención o recuperación de la dignidad perdida o defender la dignidad amenazada.
Vivimos en una época en la que ya se hizo común hablar de una “cultura de la violencia” y esta clase de “cultura” corrobora el desencanto de vivir y el absurdo de la vida. Que los seres humanos no podamos vivir en paz no tiene lógica. Vivimos en una época que se dice moderna, lo cual presupone el imperio de la razón que permita la resolución política y civilizada de los conflictos, la existencia humana en condiciones de igualdad y de libertad. Sin embargo de nada viene sirviendo la racionalidad, la modernización y la modernidad. ¿Cuál democracia?
En el caso colombiano, no será posible la obtención, recuperación y defensa de la dignidad, particularmente mientras sigan en precariedad los derechos económicos, sociales y culturales, mientras gran cantidad de compatriotas subsistan bajo niveles de pobreza absoluta, mientras los gremios de la producción con sus políticas económicas excluyan a las mayorías acentuando el ingreso y la propiedad en pocas manos, mientras “la tradicional estabilidad económica nacional y su relativo éxito en el control de la inflación no se traduzcan en el mejoramiento de los indicadores sociales”, tal como lo expresa el tratadista Afanador Ulloa. Se habla mucho del deterioro de los derechos humanos en Colombia. Algunos tipos de violencia proceden de factores provenientes de las desigualdades sociales que se manifiestan en actitudes violentas para resolver los conflictos.
No es posible concebir la democracia sin derechos humanos ni derechos humanos sin la paz. Derechos humanos, democracia y paz son propósitos elevados de la humanidad. Al respecto, el historiador Alvaro Tirado Mejía anota: “Desde una perspectiva internacional democracia y derechos humanos constituyen una unidad. Se trata de construir un liderazgo de la sociedad mundial para propósitos elevados, aún contra la voluntad de gobernantes y de grupos privilegiados minoritarios. Es éste el espíritu de la Declaración Internacional de los Derechos Humanos”.
Es indispensable una pedagogía de los derechos humanos en todos los escenarios de la cotidianidad y más aún en el espectro político en épocas aciagas como la actual.
El régimen político democrático pierde su razón de ser donde estos bienes primarios se menosprecian. La Filosofía tiene como tarea el conocimiento y comprensión de los derechos humanos, sus alcances y limitaciones y sobre todo, hacer conciencia sobre la necesidad de hacerlos posibles en la existencia práctica y universal de todos los seres humanos.