martes, diciembre 16, 2025
No menu items!
spot_img
InicioOPINIÓNJuan Carlos López C.¿Es mejor malo conocido que bueno por conocer?

¿Es mejor malo conocido que bueno por conocer?

Juan Carlos López Castrillón

Ahora que estamos entrando en época preelectoral es válido recordar una famosa anécdota de un político local, quien en una manifestación partidista multitudinaria invitaba a votar por un parlamentario que llevaba varios años en su ejercicio, argumentando en su vibrante discurso que “era mejor votar por un malo conocido que por un bueno por conocer”. El congresista fue reelecto.

Este argumento que parece un chiste, no lo es. Sucede en forma permanente. Muchas veces terminamos escogiendo al menos malo porque no hay más en el tarjetón. Es la teoría del voto en contra en la segunda vuelta.

Pero esto ocurre no solamente en procesos electorales. Se aplica en muchas situaciones de la vida cuando tenemos que hacer una escogencia y nos quedamos sin alternativas, terminamos en lo conocido porque le tenemos miedo a arriesgar con una opción novedosa. Hace parte del marketing.

Ahora, siguiendo en esa misma línea de “¿Qué hacer cuando se tiene que escoger?”, se ha estudiado que una de las cosas que más llama la atención en los electores es la palabra CAMBIO (incluidos sus sinónimos) porque – por definición – esta implica novedad; pero a la gente le gusta más si la novedad es controlada, mejor dicho, protagonizada por alguien conocido.

¡Y tienen razón! Si queremos comprar una opción de cambiar lo primero que necesitamos es saber la trayectoria de las personas que van a pilotear ese proyecto, pero no con la información de las redes sociales, donde cada vez hay más mentiras y suciedad. Hay que buscar fuentes más confiables y veraces para que nos ayuden a construir decisiones.

Por todo lo anterior, y volviendo a hablar de elecciones, los candidatos tienen que contar permanentemente que han hecho durante su existencia, así se podrá verificar si lo que proponen es cierto, es decir, si tienen la capacidad de transformar sus propuestas en realidades. Es una forma de empezar a superar la estrategia de los candidatos disruptivos que casi siempre significan un fracaso. Hoy más que nunca se necesitan pilotos experimentados, con horas de vuelo y adicionalmente con un buen equipo de copilotos. Los que pretenden aprender mientras vuelan, terminan estrellados.

Los tiempos que vivimos son grises y complejos, hay incertidumbre y se avizoran tormentas en el horizonte, por eso el ejercicio electoral no puede reducirse a descartar a candidatos porque ya han sido políticos, ni a elegir a otros porque nunca lo han sido, no es tan fácil. Menos podemos decir que es mejor “malo conocido”.

El elector tiene el deber de informarse – por medios serios y con datos reales – de cuales fueron los aciertos y desaciertos de quienes pretenden continuar en el ejercicio político o cual es la capacidad real de quien busca por primera vez ingresar al servicio público (muy distinto a las dinámicas del sector privado), más allá de las pasiones partidistas o caudillistas o de los intereses mezquinos de quienes pretenden manipular la información por intereses personales.

En menos de un año seremos convocados a las urnas para elegir congresistas y en poco más de doce meses estaremos votando para la primera vuelta presidencial, más que nunca en la historia creo que necesitamos de votantes mejor informados; es una responsabilidad con nosotros mismos y con las generaciones que no pueden participar con su voto.

Para terminar, volviendo a la pregunta que abre esta columna ¿Es mejor malo conocido que bueno por conocer? La respuesta es NO, lo malo nunca será una opción. Pero lo bueno por conocer tiene que venir con sello de calidad certificada. Afortunadamente para eso es el debate. Hay que desconfiar del que lo elude.

ARTICULOS RELACIONADOS

NOTICIAS RECIENTES

spot_img