Padre Jesús Fernando Vega Muñoz
Los magos peregrinan a Belén y se encuentran con Jesús que es la esperanza de un mundo nuevo
La fiesta de la Epifanía del Señor, es la fiesta de la manifestación de Dios al mundo, con la llegada de los magos las fronteras ya no serán obstáculo a la hora de reconocer al Niño de Belén como el Dios de todos.
Dios es para todos los hombres, sonaba a escándalo en el pueblo de Israel, el pueblo elegido, que los otros pueblos tuviesen la misma dignidad ante Dios, pero es que Dios es así, no para unos, sino para todas las razas de la tierra, como dice San Pablo en la carta a los Efesios que los no judíos son también destinatarios de la salvación de Jesús.
Después de esta fiesta nadie, ni pueblo ni personas, pueden atribuirse que Jesús venga sólo para ellos, vemos por eso a los magos, no son del mismo lugar, hay uno de raza negra, otro blanco y uno amarillo.
La salvación de Dios no sabe ni de lenguas, ni de fronteras, ni de sexo, ni de color, ni de forma de ser, todos somos llamados a formar parte de este nuevo Pueblo de Dios que comienza a construir el Niño de Belén, hay muchas personas que se escandalizan porque ven a un joven con tatuajes o aretes en la Iglesia, o porque van con un pantalón roto, pero muchas veces las apariencias engañan y esos que quizá los mismos de las iglesias los señalan y rechazan tienen más a Dios en su corazón que aquellos que se dan golpes de pecho para que los vean.
Los Reyes Magos universalizan la salvación del Señor que no puede ser encerrada por nada, ni por nadie. Que no es exclusiva de nada ni de nadie, la salvación es para todos, ricos, pobres, gordos, flacos, con tatuajes o sin ellos, negros o blancos, indígenas o mestizos, campesino o citadino, es para todos sin excluir porque si excluimos estaríamos siendo peor que los fariseos hipócritas porque Dios es un Dios de todos.