Por Eduardo Nates López
En medio del “Despelote Administrativo Nacional” (que ya es una institución conocida como DAN, por sus iniciales en español) era de esperar que pasara lo que pasó con la carretera Popayán-Pasto, en el tramo Timbío-Estanquillo.
Es más que conocida la importancia para el país y por supuesto, también para el tráfico internacional, de la carretera llamada “Panamericana”. Todos los gobiernos hacen y repiten promesas sobre su interés en que la vía adquiera las características que su nombre implica. También se conocen de sobra las dificultades geológicas que la afectan, especialmente en el tramo que atraviesa el departamento del Cauca, las cuales están estudiadas y diseñada su solución. Pero, en resumen, ¡llevamos más de cincuenta años! esperando esa solución…
Todo el año 2024, el Ministerio de Transporte, la Agencia Nacional de Infraestructura, (ANI), el Instituto Nacional de Vías y otros sectores del gobierno se lo pasaron en reuniones formales, informales, comunicados y cartas, echándonos el cuento a los habitantes del suroccidente de Colombia (Valle, Cauca, Nariño), que la carretera Popayán-Pasto era una prioridad para este gobierno. Y que por tanto, no terminaría ese año 2024 sin que se abriera la licitación pública del tramo Timbío-Estanquillo (que actualmente es un verdadero martirio). Ya se acabó el primer mes de 2025 y lo que se ha conocido son nuevas informaciones y resoluciones aplazando términos y corriendo fechas, con justificaciones y excusas que las sacan de cualquier parte, pero las sacan…
El último acto “de ilusionismo” estuvo programado para hace unas semanas. Se trataba dizque de la apertura programada de la licitación y todo indica que la ministra se bajó del avión para no venir a generar más falsas ilusiones y el acto fue cancelado, pocas horas antes. No se trata de endilgarle actos de mala fe a nadie pero si de mostrar el desorden y la improvisación que reinan de la Casa de Nariño hacia abajo.
La ministra María Constanza García, quien al parecer estaba haciendo sus tareas con orden y buen sentido, fue separada de su cargo porque no accedió a un exabrupto populista presidencial, en el propósito de adjudicarle el manejo del muelle 13 del puerto de Buenaventura, a unas cooperativas de pescadores. Todo indica que la ministra García había entendido que, efectivamente, había una serie de fallas en la administración actual de ese muelle, concesionado una firma privada llamada Ventura Group y que podrían estar llegando a afectar el medio ambiente. Pero había otorgado una ampliación del plazo por un año a los concesionarios para las correcciones necesarias. En Buenaventura, hay una capacidad instalada de 48 millones de toneladas y se está usando el equivalente a 20 millones de toneladas. Pero ello no quiere decir que debamos retroceder a una administración de tipo artesanal.
La salida de la ministra García y el reemplazo por la doctora María Fernanda Rojas Mantilla, reconocida ficha del “petrismo pura sangre” ojalá no tengan efectos que retarden la continuidad de esta obra en la carretera panamericana, que no deja de ser no solo la esperanza de los colombianos del suroccidente, sino una de las pocas obras públicas de verdadera trascendencia y envergadura nacional que sería capaz de movilizar este capítulo de las obras de infraestructura, como reactivador de la economía.
No sobra recordarle a la nueva ministra que las obras viales en el Cauca están paralizadas por falta de pago a los contratistas, con la sola excepción de la doble calzada de Popayán a Santander de Quilichao, que ha podido sobrevivir y seguir operando gracias a que esta obra está en manos de una firma muy grande, de origen ecuatoriano y cuyo músculo financiero le permite sobreaguar a la irresponsabilidad de los malos e inoportunos pagos de este gobierno, que está quebrando a las firmas de ingeniería, adicionalmente a la incontrolable acción delictuosa de las bandas criminales que las extorsionan y violentan permanentemente. Para qué nos metemos en otro terreno, ese sí, insondable, como la seguridad…