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La oportunidad del centro

Juan Carlos López Castrillón

La última encuesta de Guarumo, publicada esta semana y que además es la primera que se hace después del atentado a Miguel Uribe, trae también un análisis en retrospectiva de las últimas tres elecciones presidenciales, con énfasis en la segunda vuelta.

Es muy interesante revisar como en el 2022 la decisión no fue entre izquierda y derecha, sino entre un candidato evidentemente de izquierda como Petro y una persona como Rodolfo Hernández, que no se podría encasillar en un espectro ideológico ni de centro ni de derecha; más bien era una especie de extraño outsider.

Este último dato es un importante punto de referencia para dos conclusiones: primero, significa que la derecha no consiguió pasar a la segunda vuelta, como sí ocurrió en todas las elecciones desde el 2010, sin mirar más atrás, cuando Uribe ganó en primera vuelta en el 2002 y el 2006. Y segundo, que primaron el voto útil del centro antipetrista a favor de Rodolfo y el voto de la centroizquierda a favor de Petro.

Lo anterior vuelve a abrir una luz de esperanza para los candidatos del centro (donde se ubican también los de centroderecha y centroizquierda) y es a la vez un drama y una oportunidad, pues las decenas de precandidatos de ese espectro podrían ahogarse mutuamente (electoralmente hablando) si no llegan a un acuerdo para presentarse unidos a primera vuelta, lo que seguramente sí hará el petrismo y la mayoría de la derecha.

Según las encuestadoras, los líderes más representativos de ese amplio panorama del centro, por ahora, son: Sergio Fajardo, Claudia López y Juan Manuel Galán; los demás de ese sector no superan el margen de error; pero eso no importa, las elecciones son dentro de 11 meses para primera vuelta, lo cual es una eternidad. Mejor dicho, puede pasar de todo. Aquí lo que debería primar es la voluntad política de un acuerdo.

La oportunidad del centro es que si logra unificarse en un solo candidato en una consulta en marzo, tendría una enorme opción de ganar, hasta de pronto en primera vuelta. Hoy eso parece muy difícil, pero las circunstancias que está viviendo nuestro país pueden terminar llevando a sus precandidatos a un mecanismo de acuerdo.

Por lo menos Claudia López ha dicho públicamente que estaría dispuesta a aceptarlo y participar en una consulta unificadora, aprovechando las elecciones parlamentarias de marzo del 2026. No construir esa posibilidad puede condenar al país a una nueva elección absolutamente polarizada, quizás la más agresiva de todos los tiempos.

Esa responsabilidad no recae solamente en los mencionados precandidatos y en todos los que se identifiquen por fuera de los dos extremos, es también tarea de quienes queremos un gobierno de “transición” a esta polarización tan virulenta y compleja. Necesitamos presionar un acuerdo político-electoral entre esos precandidatos; de lo contrario, es probable que sigamos siendo gobernados por una de las dos opciones radicales, una de izquierda o la otra de derecha, con las consecuencias que eso implica.

Esa es la gran oportunidad del centro; y está en manos de tres o cuatro dirigentes que bien podrían darle un timonazo a este país.

Amanecerá y veremos.

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