Inicio OPINIÓN Juan Carlos López C. De traiciones y resurrecciones

De traiciones y resurrecciones

Por: Juan Carlos López Castrillón

La historia de la humanidad está plagada de traiciones, una de las más conocidas es la de Judas a Jesús, la cual revivimos con mayor intensidad cada año por estas fechas de Semana Santa.

También es de referencia histórica la de Brutus a Julio César, el emperador romano asesinado por un grupo de senadores, quienes le clavan puñales en el mismísimo recinto del salón de sesiones. Crimen al mejor estilo de la Cosa Nostra. Se asegura por parte de algunos historiadores que Brutus era en verdad hijo de Julio César, razón por la cual le daba un trato preferencial en afecto y cercanía (seguro que como senador tenía más cupos indicativos). Por eso las últimas palabras de Julio César agonizante fueron para él, “¿Et tu, Brute?” (¿También tú, Brutus?). Bien podrían servir para inspirar un buen tango.

Pero volvamos al hecho bíblico. Jesús es traicionado por Judas y también es negado por Pedro, quien por miedo dice (tres veces) no conocerlo. Dos de los doce apóstoles le “fallan”. El 16,6%, dirían los encuestadores. No tan malo el promedio para el momento.

De manera que la traición y la negación son hechos permanentes, las han vivido desde emperadores de la antigüedad hasta los políticos más pequeños de lugares recónditos; y seguirá existiendo pues es connatural a la política y al ser humano. No hay que quejarse, eso es lo que hay.

Ahora, para traicionar se requiere haberse ganado la confianza de alguien, de manera que el traidor debe ser alguien cercano, así sea circunstancialmente, no se necesita más, como Judas. Y luego viene el puñal, como el de Brutus al César. No se traiciona a quien no se conoce. Es como la envidia, solo se envidia lo que se tiene cerca. Nadie va a traicionar a Putin desde Popayán. Es suficiente con el reality de traiciones que se vive en el parque de Caldas.

Claro que la historia les pasa cuentas de cobro y termina destruyendo a los traidores, por ejemplo, en los dos hechos referenciados, Judas y Brutus se suicidan. La mayoría terminan mal.

El peor castigo es que los traidores no sean olvidados. Debería existir un registro que se pudiera consultar, una especie de Data Crédito de Traidores, con página web y un lema que diga: “vaca ladrona no olvida el Portillo”.

Una primera conclusión es que no es recomendable confiar en un traidor, para hablar solo de política.

Pero bueno, vamos a lo positivo. Jesús negado y traicionado es un gran triunfador, resucita, y sus seguidores construyen el cristianismo, la religión más importante del planeta. Julio César, traicionado y asesinado es el romano más importante de la historia, hasta el calendario juliano que rige en buena parte del planeta se lo debemos a él. También muchos de los traicionados sobreviven o resucitan, pero a los traidores la historia solo los recuerda por su falta de lealtad.

Toda esta reflexión la comparto ahora que se terminó la Semana Santa, durante la cual he aprovechado para leer sobre este tema y tratar de entender mejor los hechos de traición y negación, para llegar a una segunda conclusión: Lo importante es ir más allá del “¿Tú también, Brutus? Mejor dicho, no hay que tomarse los temas políticos como personales y comprender que cada proceso electoral es distinto, ojalá sin muchos traidores a bordo.

Posdata: el que esté libre de traición, que empiece a criticar.

Salir de la versión móvil