FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
La moderna concepción del humanismo es antropocéntrica –el ser humano, núcleo esencial del universo, puede convivir armónicamente con natura, las otras formas de vida y procurar su perfeccionamiento-. El humanismo confiere preeminencia a los valores/intereses centrados en la razón, autonomía y dignidad del hombre. Promueve la libertad, justicia social y despliegue integral de sus capacidades físicas, mentales y espirituales. Propugna por la equidad, derechos humanos, mejoramiento de la humanidad y conservación de la naturaleza, mediante la educación, cultura, ciencia, ética y cooperación. La Unidad del género humano y la Excelencia individual/colectiva, son postulados comunes a todos los “humanismos” –religioso, renacentista, iluminista, socialista, filosófico-.
Ignorar la naturaleza de los pueblos conduce a ficciones que impiden establecer la Unidad/Optimización humanas. La humanidad surgió disgregada en grupos antagónicos, con modos de vida diametralmente opuestos y, consecuencialmente, con una Paz frágil/inestable frente a una Guerra ostensible/permanente. El constructo de la Paz es indispensable para suprimir la Guerra. En la Sabiduría, que condensa las potencialidades integradas de los genios masculino/femenino, hallamos la fuente para superar todos los obstáculos, establecer la democracia auténtica y ejercer una nueva política que permita fundar la Historia Universal, rebasar la Guerra y erigir la Paz.
Con sorprendente precisión dialéctica, hace 25 años en su libro “La antítesis de la Guerra es la Unidad, no la Paz” (ecoe ediciones, Bogotá, sep./2000) -tratado humanista, antropobiológico, psicológico, históricomilitar y político, de obligado estudio e innegable actualidad-, el científico caucano, Dr. Mauro Torres -médico, psiquiatra, psicoanalista, antropólogo, historiador-, pronosticó: “Allí están la India y Pakistán enseñándose las garras nucleares en la cima del Himalaya, …allí están israelitas y árabes en el filo de la guerra, …declarando abiertamente que la violencia está incrustada en su esencia; allí están hoy, Estados Unidos con sus pruebas de una superplanta…antimisiles, y allí, Rusia y China, advirtiendo…”. Y, agregó: “Los políticos son completamente ciegos; …no se encuentra ni de lejos un pensador, un estadista, un sabio o un filósofo de la historia y la política. En estas condiciones, Colombia no podrá sobreponerse a su tragedia, sino que continuará sufriendo su destino que ya cumple los doscientos años”. Y, añadió: “Quienes pretenden combatir la guerra y comienzan por la paz…pierden su tiempo…[E]l principio se encuentra en la sabiduría para conocer a fondo la razón de ser de las guerras, sus determinismos profundos que, si los ignoramos, llegaremos a soluciones a medias, a treguas superficiales, soluciones de continuidad”.
Me propongo reseñar aspectos fundamentales del texto mencionado. Conceptúa el autor que, terminado el proceso evolutivo -biológico-, del seno de la naturaleza surgieron a la historia dos pueblos -sapiens y barbarus- enfrentados cerebral, mental y funcionalmente. Esta primera división de la humanidad generó la Guerra y fracturó la unidad natural humana entre sus partes integrantes: masculina y femenina; segunda escisión que, erigió al hombre en protagonista de la historia guerrera/política y relegó a la mujer al plano doméstico, no obstante, su cerebro plenamente evolucionado y dotado con funciones psicológicas tan preciadas como las del varón: “La humanidad nació guerrera nata…no por motivos sociales, culturales o históricos y económicos, sino por sus dotes genéticas que los contraponían”. “La paz…que acompañó el comportamiento de los pueblos civilizados, comenzó a diluirse, ya que los nómadas nunca la conocieron”. “¡La unidad dividida en dos polos antitéticos dirimiendo con la guerra sus diferencias!” (Ibíd.). Hoy, somos un híbrido de civilizado/bárbaro, disociado entre estas dos formas comportamentales. Posteriormente, surgirían infinidad de divisiones: castrenses, sacerdotales, clasistas, religiosas, racistas, sexistas, partidistas, etc. De la División nació la Guerra; de su antítesis que es la Unidad, emerge la Paz. ¡Lo contrario de la Guerra ES la Unidad!
Paz y Guerra NO son contrarios dialécticos, ni aquella es antítesis de ésta, porque entrañaría su condicionamiento mutuo dentro de la unidad contradictoria, su determinación recíproca. Por tanto, no pueden contraponerse teórica ni prácticamente. La Paz manca de energía para imponerse por sí misma ¡es una quimera!, inconsistente y provisional. La Guerra persevera por la fuerza, ¡impera brutalmente!, es sólida y permanente. “La Paz NO existe, sólo existe la Guerra” (Ibíd.). La conexión Paz/Guerra es externa, se objetiva en el combate a muerte y el vencedor somete/domina al vencido. “¡[E]l que gane la guerra, impone la paz!” “¡La guerra vence a la guerra e impone su paz!” (Ibíd.).
Superar la historia guerrera masculina exige integrar los talentos de mujeres y hombres, restaurar la unidad natural de la humanidad, instituir el Nuevo Humanismo con su Moderno Liderazgo. Examinar profundamente nuestros problemas y resolverlos acertadamente, reclama categóricamente la actividad conjunta de los cerebros femenino y masculino. La Unidad Humana es una estructura en la que se oponen y armonizan, simultáneamente, las inteligencias de hombres y mujeres, una interacción recíproca de fuerzas, consciencias, conocimientos, creatividades, sensibilidades, alternativas, etc. Es imperativo restaurar dicha Unidad, mediante un Nuevo Liderazgo conformado por féminas y varones que le impriman auténtico sentido y contenido a la Democracia. El ideal civilizatorio consiste en reconocer, efectivamente, la igualdad de derechos a la mujer en lo socioeconómico, educativocultural, políticojurídico, etc., autonomía sin restricciones ante cualesquiera determinismos -sexo, raza, idioma, tradiciones, etc.-. La emancipación femenina de su subordinación milenaria y la verificación de su individualidad, en
paridad con los hombres, constituye un salto cualitativo desde el conservadurismo cultural que jerarquiza la dignidad humana hasta la moderna civilización.
Los partidos políticos quebrantan la Unidad de los pueblos. Ignoramos que, inicialmente, ¡la política fue posterior a la guerra!, que aquella es la continuación de ésta por otros procedimientos. Su mecánica confronta unos grupos contra otros so pretexto de principios, ideas y programas. Su espíritu fanatiza a los hombres, con fuerza prehistórica. Si los colombianos ansiamos la Paz civilizada, si justipreciamos la polarización causada por los partidos y la división en facciones enemigas, admitiremos que la historia masculina sucumbió. ¡No existen dirigentes mesiánicos! Nos doblegamos ante “jefes” y “caudillos”, mutando en masas hipnotizadas. Los grandes conductores de pueblos están entre los intelectos integrados de mujeres y hombres. ¡La norma del futuro será la Unidad!, la división dominó en el pasado. La premisa para establecer la Paz y forjar la Unidad es la Unión. La Unidad dice eliminar límites que nos separan artificialmente, sanar heridas infligidas ferozmente durante 200 años, unir sólidamente a Colombia, ¡DESPARTIDIZARNOS! La Unidad acumula Sabiduría, necessaria conditio para construir la Paz civilizada. ¡La UNIDAD se convertirá en la idea-fuerza fundamental para orientar la acción transformadora de los pueblos! DE ELLA DERIVAN LIBERTAD, JUSTICIA, SEGURIDAD, COOPERACIÓN, DIGNIDAD Y CIVILIZACIÓN.
Un país colmado de Sabiduría, congregado en torno a un Nuevo Liderazgo que comprenda toda la sociedad, hará respetar su Voluntad Soberana porque el poder del Pueblo es imparable cuando a su Fuerza que es Unión, le agrega Sabiduría que es Unidad, esto es una comunidad consciente para orientarse y representarse a sí misma. El PODER POPULAR, excluido de la vieja democracia, es primacía que equilibra los órganos de autoridad –legislativo/ejecutivo/judicial-, encarnaciones de pasados y presentes despotismos. En adelante, ¡La Sabiduría será la nueva comadrona de la Historia! Si Petro y sus asesores deciden materializar realmente la Paz; evitar otra decepción nacional; tienen el imperativo histórico de estudiar, analizar y reflexionar conscientemente la obra comentada; aprender y corregir sus yerros, para implantar/gozar un resplandeciente amanecer colmado de progreso material, armonía sociopolítica, concordia perdurable, ¡QUE HAGA FACTIBLE UNA COLOMBIA NUEVA!