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77 años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán: Colombia rinde homenaje a su vida y legado

La muerte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, ocurrida el 9 de abril de 1948, marcó un antes y un después en la historia de Colombia. En el 77° aniversario de su asesinato, el país recuerda al “caudillo del pueblo” con actos conmemorativos, evocando su lucha por la justicia social, su destacada carrera política y jurídica, y el impacto duradero de su legado.

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar.

Este 9 de abril se cumplen 77 años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, emblemático líder del Partido Liberal Colombiano, cuyo trágico fin en 1948 desencadenó una ola de violencia conocida como el Bogotazo. La figura de Gaitán, aclamada en su época por multitudes, sigue presente en la memoria nacional como símbolo de las causas populares y de la lucha contra la desigualdad. En varias ciudades del país se han organizado actos para rendir homenaje a su vida y obra, incluidos eventos pedagógicos y culturales en Bogotá donde se exaltará su legado político y humano. En la capital, por ejemplo, el Centro Nacional de Memoria Histórica programó para esta fecha una jornada especial de conmemoración con entrada libre, que incluye actividades artísticas, conversatorios y un tributo a Gaitán en el Exploratorio de la Memoria.

Nacido en un hogar humilde del barrio Las Cruces de Bogotá, Jorge Eliécer Gaitán debió abrirse paso desde joven en un entorno marcado por la desigualdad social. Fue un estudiante destacado que, tras cursar sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia, viajó a Italia para realizar un doctorado en jurisprudencia en la Real Universidad de Roma. En 1927 obtuvo su título magna cum laude con una tesis laureada sobre derecho penal, reflejo de su faceta académica rigurosa y de su formación como jurista. Con apenas 25 años, Gaitán regresó a Colombia en 1928 convertido en un abogado prometedor y empezó a forjar su camino en la vida pública como un defensor elocuente de las causas sociales.

Su incursión temprana en la política coincidió con uno de los episodios más recordados de su carrera: la denuncia de la Masacre de las Bananeras. En diciembre de 1928, cientos de trabajadores de la United Fruit Company (empresa bananera extranjera) fueron asesinados por las fuerzas del orden tras declararse en huelga por mejores condiciones laborales, en un hecho de violencia estatal cuyos detalles se mantuvieron opacos. Gaitán, entonces un joven congresista, lideró en 1929 un debate de control político en el Congreso para esclarecer lo ocurrido. Con férreas interpelaciones al gobierno conservador de turno, exigió justicia para los obreros caídos y expuso la gravedad de la matanza. Su papel en ese histórico debate le ganó el reconocimiento popular: la gente comenzó a llamarlo “Tribuno del Pueblo” por alzar la voz de los más humildes, en contraste con los sectores que despectivamente le apodaban “El Negro Gaitán” debido a su origen mestizo. La valentía de Gaitán al enfrentar a la élite gobernante fue un factor que contribuyó a la derrota electoral del Partido Conservador en 1930, abriendo paso al regreso de los liberales al poder después de larga hegemonía conservadora.

A partir de entonces, la militancia liberal de Gaitán se profundizó y su carrera política avanzó rápidamente. En 1931 fue elegido representante a la Cámara y ese mismo año llegó a presidir dicha corporación legislativa. Gaitán se destacó por su oratoria vibrante y su cercanía con la gente común: solía congregar multitudes con discursos emotivos en los que denunciaba la exclusión y el dominio de una “oligarquía” sobre la vida nacional. En 1933 fundó un efímero movimiento propio, la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), intentando llevar su mensaje social más allá de las estructuras tradicionales del liberalismo. Si bien luego retornó al Partido Liberal, esta experiencia reflejó su convicción de independencia ideológica y su deseo de reformar la política desde adentro o afuera.

Durante el gobierno liberal de Alfonso López Pumarejo, Gaitán ocupó cargos clave: fue alcalde de Bogotá en 1936 y más adelante Ministro de Educación (1940) y Ministro de Trabajo (1944), desempeño que combinó con su continuo activismo parlamentario en defensa de los sectores menos favorecidos.

Hacia mediados de la década de 1940, Jorge Eliécer Gaitán se había consolidado como el líder más carismático del liberalismo colombiano. Sus ideas de justicia social, inclusión de las masas populares en la vida política y “restauración moral” de la República calaban hondo entre amplios sectores de la ciudadanía, en un país marcado por la pobreza rural y las brechas entre élites y pueblo. Gaitán abogaba por reformas que pusieran la economía al servicio de la gente común y combatió abiertamente la corrupción. Con su estilo directo y apasionado, el dirigente liberal conectaba con la esperanza de cambio de millones de colombianos. “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”, solía proclamar Gaitán para reflejar que él era simplemente la voz colectiva de sus seguidores. Esa conexión genuina con la gente de a pie, inédita para la política tradicional de entonces, le convirtió en una figura casi mítica. A comienzos de 1948, en un acto multitudinario conocido como la Marcha del Silencio, Gaitán advirtió sobre las consecuencias que tendría cualquier atentado contra su vida “si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal”. La historia demostraría cuán premonitorias serían esas palabras.

En 1946, Gaitán se había postulado a la Presidencia como candidato disidente del liberalismo, dividiendo el voto liberal. La derrota de su partido en aquellos comicios, a manos del conservador Mariano Ospina, dejó al país en un ambiente político tenso. No obstante, tras esa elección, Gaitán emergió como líder único del liberalismo: para 1947 era el jefe del partido y el candidato natural para la siguiente elección presidencial. Su ascenso representaba para muchos la promesa de un gobierno orientado a las mayorías populares. Sin embargo, esa expectativa nacional se vio truncada de manera abrupta. El 9 de abril de 1948, alrededor de la 1 de la tarde, Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado a balazos a la salida de su oficina en el centro de Bogotá. Tenía 45 años de edad. El presunto autor material, un joven llamado Juan Roa Sierra, fue linchado pocos minutos después por una turba enfurecida. La noticia de la muerte del caudillo se propagó rápidamente y desató el caos: espontáneamente, miles de ciudadanos tomaron las calles de Bogotá enardecidos por la indignación y el dolor. Los disturbios, saqueos e incendios se prolongaron por tres días en la capital, convertida en un campo de batalla; a este estallido social sin precedentes se le conoció como El Bogotazo. Las escenas de violencia se replicaron en otras ciudades del país en días posteriores. Aquel “crimen del siglo” sumió a Colombia en una profunda crisis: la confrontación entre liberales y conservadores se intensificó y dio inicio a un periodo de conflicto interno generalizado que la historia denomina La Violencia (aproximadamente 1948–1958). Se calcula que cientos de miles de personas murieron o fueron desplazadas en esa época oscura. Para muchos analistas, el asesinato de Gaitán partió en dos la historia contemporánea de Colombia, desequilibrando la vida política de tal modo que la nación tardó décadas en recuperar cierta estabilidad. La prematura desaparición del líder liberal, quien estaba a punto de convertirse en Presidente, dejó un vacío enorme en las aspiraciones de cambio de los sectores más vulnerables de la sociedad.

Siete décadas después, el legado de Jorge Eliécer Gaitán continúa vigente en la memoria colectiva. Cada año, el 9 de abril no solo se recuerda al caudillo asesinado, sino que desde 2011 esta fecha fue oficializada como el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado en Colombia. Así, la conmemoración de Gaitán se entrelaza con el homenaje a millones de víctimas de la violencia en el país, reconociendo el trágico catalizador que su muerte significó. En 2018, al cumplirse 70 años del magnicidio, la Comisión de la Verdad solicitó declarar el crimen de Gaitán como delito de lesa humanidad para reabrir la investigación, reflejando que aún hoy persisten interrogantes sobre quién o qué intereses estuvieron realmente detrás de su asesinato. Durante el actual gobierno, también ha habido esfuerzos por esclarecer y honrar su memoria: recientemente, Colombia pidió a Estados Unidos la desclasificación de archivos relacionados con el caso Gaitán, en busca de la verdad histórica.

En este 77° aniversario, diversas actividades buscan mantener vivo el recuerdo de Gaitán y los ideales que defendió. En Bogotá, la Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán –antigua residencia del líder, donde reposan sus restos– será escenario de actos simbólicos y pedagógicos. Como parte de la jornada, un colectivo de mujeres víctimas del conflicto ha confeccionado un gran telar multicolor para un “arropamiento” de la fachada de la casa, cosiendo retazos de tela que representan memorias de dolor y esperanza. Esta intervención artística, organizada por el Centro de Memoria, busca abrazar literalmente con la memoria el primer lugar de homenaje dedicado a Gaitán, un espacio que preserva mobiliario, documentos y objetos personales que testimonian su vida familiar, profesional y política.

También se tiene prevista una ofrenda floral en el lugar y un conversatorio con Gloria Gaitán, hija del caudillo, quien durante años ha luchado por la conservación de la casa y el legado de su padre. La persistencia de Gloria Gaitán dio frutos en 2021, cuando el Estado le devolvió a la familia el control del inmueble tras una larga disputa legal, y el gobierno actual se comprometió a finalizar las obras pendientes para adecuar plenamente el museo. No obstante, simpatizantes gaitanistas insisten en que ese compromiso debe materializarse. “Hoy estamos aquí congregados pacíficamente para exigirle al presidente Gustavo Petro que concluya esta obra que está desde hace muchos años inconclusa… para el beneficio, la cultura y la extensión de la ideología de ese gran líder que hace 75 años nos dejó, que fue Jorge Eliécer Gaitán”, declaró Carlos Garay, vocero de un grupo de ciudadanos reunidos en Bogotá durante la conmemoración anterior.

Los seguidores de Gaitán consideran que la mejor forma de honrarlo es mantener viva su memoria y su mensaje, por ejemplo culminando el Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán, un proyecto arquitectónico en Teusaquillo que incluye la tumba del dirigente y que permanece inconcluso desde hace décadas.

A lo largo y ancho del país, instituciones públicas, organizaciones sociales y ciudadanos de a pie se unen este 9 de abril de 2025 para recordar la vida y obra de Jorge Eliécer Gaitán con respeto y admiración. En la Plaza de Bolívar de Bogotá –epicentro político nacional– se llevarán a cabo actos oficiales en honor a las víctimas del conflicto y al legado de Gaitán, con la participación de cientos de víctimas invitados de diferentes regiones, actos culturales y mensajes alusivos a la paz.

Siete décadas después de aquel fatídico 9 de abril, Jorge Eliécer Gaitán permanece en la historia nacional no solo como la víctima de un magnicidio, sino como el líder carismático que despertó la conciencia política de un pueblo. Su vida política, marcada por la defensa de los más vulnerables desde la plaza pública hasta el estrado judicial, es hoy recordada con homenajes que combinan la reflexión histórica y el compromiso ciudadano. En este aniversario número 77, Colombia mira al pasado para rendir tributo a Gaitán, pero también mira al futuro inspirada por sus ideales. Tal como proclamaba el propio caudillo liberal, “el pueblo es superior a sus dirigentes” , y es esa convicción la que aún anima a muchos a mantener vigente su legado en la búsqueda de un país más justo, democrático y solidario.

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