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Miranda se une en oración por la libertad de los jóvenes secuestrados en López de Micay

La mirandeña Manuela Caicedo Arango forma parte de los secuestrados y la jornada en su municipio además de pedir su liberación, pide la de los demás secuesrados.

En una conmovedora jornada de solidaridad y fe, la comunidad de Miranda se congregó en el parque Julio Fernández Medina para elevar un clamor colectivo por la vida y la libertad de los jóvenes secuestrados en el municipio de López de Micay, entre ellos la mirandeña Manuela Caicedo Arango, joven profesional, hija, hermana y amiga que hoy permanece injustamente retenida.

La velatón, que reunió a las Juntas de Acción Comunal, líderes cristianos, representantes de la Administración Municipal y numerosos ciudadanos, se convirtió en un acto simbólico cargado de esperanza. Cada vela encendida fue una manifestación de fe, unidad y fortaleza, un llamado conjunto por el cese del secuestro y la construcción de una paz real y duradera en el Cauca.

“Estamos aquí porque no podemos permitir que nuestros jóvenes, nuestros profesionales, sigan siendo víctimas de esta violencia absurda. Pedimos su regreso inmediato y exigimos respeto por la vida”, expresó uno de los líderes comunitarios durante el acto.

Con cantos, oraciones y mensajes cargados de sentimiento, los asistentes reafirmaron su rechazo al secuestro y su solidaridad con las familias afectadas, en especial con la familia Arango, que ha vivido con angustia los días de incertidumbre desde la retención de su ser querido.

Jornada de oración por la liberación de los secuestrados / fotos alcaldía de Miranda

Los secuestrados, todos funcionarios y contratistas de la Gobernación del Cauca, habían sido comisionados para presentar programas sociales del Estado ante comunidades del litoral pacífico, y no tienen ninguna relación con actividades militares o de seguridad, lo que hace aún más incomprensible su captura.

“Pedimos con firmeza: ¡que regresen sanos y salvos! ¡Que cese el secuestro y florezca la paz!”, fue la consigna que se escuchó una y otra vez entre lágrimas, abrazos y rostros encendidos por la luz de las velas.

Desde Miranda, la comunidad reafirma su compromiso con la vida, la libertad y la convivencia, y mantiene viva la esperanza de que muy pronto, Manuela y sus compañeros regresen a casa. La fuerza de un pueblo unido en oración se convierte hoy en un llamado urgente al respeto por los derechos humanos y la dignidad.

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