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Un corazón caucano hablando al mundo desde Moscú

En un mundo marcado por tensiones geopolíticas y desafíos globales, la cultura emerge como un lenguaje universal capaz de unir a las personas más allá de las diferencias.

Por Juan Manuel Rincón

En este contexto, fui seleccionado para participar como representante de Colombia en el foro internacional “Diálogo Abierto: “El Futuro del Mundo: Una Nueva Plataforma para el Crecimiento Global”, que se celebrará en Moscú – Rusia – entre el 28 y 30 de abril. Mi participación trasciende al convertirse en un acto íntimo y profundamente geopolítico: el encuentro de un territorio históricamente marginado, como el Cauca, con una milenaria potencia euroasiática que busca nuevos referentes y apoyos de cooperación cultural y económica en el mundo.

Soy comunicador social, periodista, gestor cultural y promotor incansable de la diplomacia cultural entre Colombia y el mundo, no seré simplemente un orador. Seré la única voz caucana y colombiana presente en un escenario donde las grandes narrativas del mundo se repensarán desde la sensibilidad ambiental, la filosofía del encuentro y la innovación tecnológica como lenguaje de reconciliación.

El foro, organizado por el Centre National Russia reunirá además de nosotros los participantes a importantes personalidades que están influyendo en la planeación del mundo, líderes empresariales, gubernamentales, culturales, pensadores, académicos, diplomáticos, jóvenes líderes y empredndedores y artistas de distintos continentes, entre ellos, del país anfitrión Rusia, Maksim Oreshkin, subjefe de gabinete y asesor económico de la oficina del Presidente de la Federación Rusa, Dmitri Shchugorev, redactor jefe del canal de noticias “Moscú 24”; Alexandr Ismailov, experto en comunicación no verbal; Rúslan Bondarenko, experto en tecnología, Marina Kim, diputada de la Asamblea Estatal de la Federación Rusa, Sergei Ivanov, director ejecutivo del grupo empresarial EFKO y de la plataforma Human + Biotech, Tatiana Lipskaya, vicepresidente senior de ESG; de Argentina, Francisco Tuñez, cofundador de NetX State; de Brasil, Rodrigo Barakat, CEO del Foro Económico META, Felipe Simoes Da Mota Oria, director de políticas públicas e innovación del Instituto Miran y Lucas Tudda Schoch CEO y socio del Movimiento Fome de Tudo; Mmantlha Sankoloba, CEO de la Asociación de Exportadores y Fabricantes de Botswana; Mearaf Tadewos , fundadora de Xerxis de Etiopia; Fahad Essa Al Mahri, Vicepresidente ejecutivo y director del sector de tendencias de Emiratos Árabes Unidos; Chinyemba Simba, director de inversiones de Mutapa Investment de Zimbaue; de Nigeria, Emeka Vitalis Obi, secretario permanente del ministerio federal de presupuesto y planificación económica, de Singapore, los distinguidos cientificos y academicos: Jeffrey Sachs director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia y presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y el doctor Yazami Rachid, miembro del Comite Internacional de de los Premios Globales de Energía y fundador y director de CTO y KVI Holdings en Singapur, y como representante del empresariado colombiano, Felipe Montes Jiménez, cofundador y CEO de Kravata.

En este espacio, mi propuesta sobre el impacto de la inversión en territorios vulnerables pero con un gran talento humano y jóvenes emprendedores se convertirá en una ofrenda de palabras y sentidos: una evocación de la historia viva del suroccidente colombiano, del mestizaje, de los pueblos afrodescendientes e indígenas, de los saberes milenarios que aún resistimos y creamos soluciones sostenibles para el desarrollo en medio del conflicto.

Será una invitación abierta a la inversión extranjera con visión transformadora. Conglomerados como Yandex, Gazprom Media y otras empresas de tecnología e innovación a nivel global podrán encontrar en el suroccidente colombiano un territorio fértil, lleno de potencial humano, donde la alianza entre cultura y tecnología puede cambiar destinos, reducir brechas y empoderar comunidades históricamente vulneradas. Cali y el Valle del Cauca, como emergente hub tecnológico del Pacífico, son el punto de partida; el Cauca, el alma que le dará sentido y profundidad a ese crecimiento.

El Cauca, de donde soy orgullosamente, no es solo una región: es un crisol cultural y espiritual. Un lugar donde la oralidad se hereda, donde la danza tiene fuerza política, donde el arte se transforma en trinchera simbólica. Que un hijo de estas tierras haya logrado llevar ese testimonio a un escenario internacional tan significativo como este, no es menor. Es la manifestación concreta de una Diplomacia de los Afectos, de una diplomacia que nace del territorio y no de los protocolos.

Esta participación también refleja una tendencia creciente: la emergencia de nuevos liderazgos regionales que lleven la voz de los territorios a la escena internacional. En lugar de que las representaciones culturales colombianas estén concentradas en las grandes capitales, hoy gestores como yo, arraigados en el corazón del suroccidente del país, somos quienes estamos tendiendo puentes con el mundo. Es una forma de diplomacia desde abajo, nacida del territorio, que complementa y enriquece la proyección internacional de Colombia.

Mi presencia en Moscú no sólo representará la voz del Cauca en un foro global, sino que también simbolizará un nuevo horizonte para el futuro de Nuestra Región. Un Cauca resiliente, con talento joven, con creatividad viva, con una visión que no se limita al pasado de conflicto, sino que se proyecta hacia un porvenir de innovación tecnológica, emprendimiento cultural y cooperación internacional.

Porque la paz también se construye con empleo digno, con conectividad, con oportunidades reales para los jóvenes, con arte que transforma. Y ese cambio empieza cuando nos atrevemos a soñar en voz alta desde un escenario lejano, y a decirle al mundo: aquí estamos, y tenemos algo valioso que ofrecer.

Mi paso por Moscú será mucho más que un logro individual: es una señal clara de que el talento no tiene fonteras, pero sí raíces profundas. Que la grandeza de un país también se mide por su capacidad de escuchar a sus regiones y permitirles dialogar de tú a tú con el mundo.

Y sobre todo, es una promesa. La promesa de que desde la Ciudad Blanca de Colombia, rodeada por las montañas del Cauca, desde la resistencia sociocultural, desde la voz de un joven gestor que no olvida su origen, se puede abrir una puerta al mundo. Y esa puerta, una vez abierta, ya no se cerrará jamás.

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