Estos son los errores más comunes y cómo evitarlos al momento de suscribir un contrato
Ya sea para arrendar una vivienda, aceptar un trabajo, comprar un electrodoméstico a crédito o adquirir un servicio, el resultado es muchas veces el mismo: conflictos legales, pérdida de dinero y, en algunos casos, renuncia a derechos fundamentales.
Cristina Barón, directora del programa virtual de Derecho de Areandina, advierte que esta práctica es más frecuente de lo que parece y con consecuencias graves: “El contrato es ley entre las partes, y lo que se acepte por escrito tiene plena validez jurídica, incluso si fue explicado de forma distinta verbalmente”.
Entre los errores más frecuentes, sobresalen:

No leer el contrato completo: muchas personas se limitan a lo que les explica el asesor o revisan solo los puntos que les interesan. Esto es una equivocación, ya que, en derecho civil, lo que se firma tiene fuerza vinculante y el desconocimiento del contenido no exime de responsabilidad.
Pasar por alto cláusulas económicas, como los intereses, penalidades por incumplimiento o cargos adicionales: esto se ve mucho en contratos de arrendamiento, planes de telefonía o créditos de consumo. “Muchas personas asumen compromisos financieros sin verificar tasas, plazos o cobros ocultos, lo que los lleva al sobreendeudamiento o a enfrentar sanciones por incumplir condiciones que nunca entendieron”, explica Barón.
Aceptar cláusulas que van en contra de sus derechos. En contratos laborales, por ejemplo, es común que aparezcan disposiciones que intentan eliminar beneficios como el pago de horas extras, indemnización por despido o aportes a seguridad social. Barón es enfática: “Muchos trabajadores no saben que tienen respaldo legal, incluso si firmaron algo en su contra. Esos derechos no se pueden renunciar ni limitar por contrato”.
No pedir o conservar una copia del contrato firmado: en caso de disputa, no tener el documento limita las opciones de defensa legal.
No buscar asesoría antes de firmar: la prevención legal es más efectiva que cualquier defensa posterior. Firmar con dudas es firmar en riesgo”, advierte la docente de Areandina.
¡Anote! Así puede protegerse y asesorarse
La principal recomendación es leer el documento completo, sin excepciones. No importa si se trata de una hoja o varias. También es importante identificar palabras clave como: “renuncia”, “penalidad”, “permanencia mínima”, “renovación automática”, “intereses” o “exoneración de responsabilidad”. Estos términos suelen esconder condiciones que pueden ser problemáticas en el futuro.
Otro consejo útil es verificar que el contrato cumpla con la normatividad vigente para cada tipo de caso. Por ejemplo, si se trata de un arrendamiento, consulte la Ley 820 de 2003; si es un contrato laboral, revise el Código Sustantivo del Trabajo; y si es un servicio o producto, consulte el Estatuto del Consumidor. Si el documento contradice lo que dice la ley, esa cláusula podría ser ilegal o ineficaz.
También es importante exigir que todo lo que se acuerde verbalmente quede por escrito. En derecho, lo que no está en el contrato, simplemente no existe. Por eso, si un vendedor o empleador promete algo adicional, debe quedar registrado en el documento final. De lo contrario, no podrá exigirlo después.
Para quienes no cuentan con un abogado, existen alternativas de asesoría gratuita. En muchas ciudades hay consultorios jurídicos universitarios, personerías y sedes de la Superintendencia de Industria y Comercio que ofrecen orientación legal sin costo.
En caso de haber firmado ya un contrato con condiciones injustas, todavía hay opciones. Las cláusulas abusivas pueden ser declaradas nulas, se puede presentar una queja ante la Superintendencia o, en materia laboral, ante el Ministerio del Trabajo. Además, la Corte Constitucional ha establecido que ningún contrato puede vulnerar la dignidad ni los derechos fundamentales de una persona.
Finalmente, antes de firmar asegúrese de entender bien lo que está aceptando. Pregunte, compare y asesórese. No deje que la prisa o la confianza lo lleven a asumir obligaciones que pueden afectarlo a largo plazo. Leer y entender un contrato no es desconfianza: es proteger su tranquilidad.