Josefina Valencia Muñoz de Hubach, hija del poeta Guillermo Valencia, fue una destacada política colombiana pionera en la lucha por los derechos de la mujer, la educación y la cultura. Fue la primera mujer en ocupar cargos como gobernadora de un departamento (Cauca) y ministra de Educación en Colombia.

Por María Isabel Hoyos-Bustamante
Cuando ya registramos una robusta lista de mujeres que han sido o son presidentas, en diferentes naciones alrededor del mundo, considero justo que le demos un repaso a la historia de nuestro país y al proceso que se inició con el derecho de la mujer a votar y a ocupar cargos públicos hasta llegar al momento histórico, por el que atraviesa nuestra política, en el que contamos con figuras femeninas que se enfrentan a los hombres en las tribunas, en su empeño por ocupar el podio de Bolívar.
Josefina Valencia Muñoz, hija del poeta payanés Guillermo Valencia y de Josefina Muñoz, fue una política colombiana, quien luchó por la cultura, la educación y los derechos de la mujer. Se distinguió por haber sido la primera gobernadora de un departamento, en su caso del departamento del Cauca, y la primera ministra de educación del país. Después, fue embajadora de Colombia ante la Unesco, senadora de la república y concejal de Popayán.
Aprovechó su privilegiada posición social y sus capacidades, para trabajar en obras sociales y culturales en el departamento del Cauca, y para luchar por la igualdad de los derechos ciudadanos sin distinción de género. Irónicamente, las mujeres de su entorno, apegadas a las costumbres tradicionales y conservadoras, se oponían a este salto ideológico; y los liberales, que se habían mostrado de acuerdo con algunos cambios progresistas, no apoyaron esta idea por considerar que el clero, de tendencia radicalmente conservadora en esa época, tenía mucha influencia en la mujer, lo que daría una clara ventaja a ese partido si ella podía votar. Estos factores externos de presión hicieron más difícil la tarea para Josefina.
Perteneciente a una familia eminentemente política e influyente. Su padre ocupó importantes cargos gubernamentales y fue aspirante a la presidencia de la república en dos ocasiones ─1918 y 1930─, no logrando la primera magistratura de la nación. En cambio, Guillermo León, su hermano, fue presidente de Colombia en el periodo 1962-1966. En este grupo familiar se manejaron diferentes orientaciones políticas, contradictorias, incluso antagónicas, en momentos de violencia partidista a nivel nacional. Josefina, seguía a Rojas Pinilla; Guillermo, su padre, y Guillermo León, su hermano, fueron defensores del partido conservador tradicional; a Álvaro Pío, su hermano, la historia lo recuerda como un socialista destacado; y Luz, su hermana, militaba como liberal.
Josefina quedó huérfana de madre cuando era una niña; esto fortaleció su carácter y “don de mando” que la caracterizaban. Estudió en el colegio de las hermanas Salesianas en Popayán y, aunque no fue a la universidad, contó, para su crecimiento personal y profesional, con su propia curiosidad cultural, la gran variedad de libros que conformaban la biblioteca familiar y la dedicación de su padre que, desde que ella era muy joven, prestó especial cuidado a su formación intelectual.
Fue nombrada por Gustavo Rojas Pinilla como miembro de la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC), desde donde se empeñó en alcanzar la igualdad política y ciudadana para las mujeres, y lideró, junto a Esmeralda Arboleda, el movimiento por el derecho al voto femenino, logrado en 1954. Este acierto, que se ha instituido en la política de cada país en diferentes épocas, ha permitido que las mujeres contribuyan al avance de las naciones, y que además de ser el complemento del hombre para la conservación de la raza humana, jueguen un papel importante en la dignidad y bienestar de los pueblos.
El Banco de la República publicó un documento alusivo a Josefina Valencia, en cuyo aparte denominado “El voto femenino en Colombia”, ──que replico a continuación── nos relata la evolución del proceso en Colombia y la relevancia de esta mujer en la decisión.
“Josefina desempeñaría un rol fundamental en la consecución del derecho de las mujeres a votar y a participar de las contiendas políticas. En 1953, en medio de una guerra civil violenta y salida de control, el General Gustavo Rojas Pinilla asumió la Presidencia de la República mediante un golpe de Estado al entonces presidente Laureano Gómez (Palacios y Safford, 2012). Pocos meses después, se reunieron importantes figuras de la política nacional en Popayán, entre ellas el General Rojas, para inaugurar una estatua en conmemoración de Guillermo Valencia.
Martha, la hija de Josefina, cuenta que durante la comida que se ofreció al expresidente Rojas Pinilla, su mamá se le acercó y le dijo que ayudara a la mujer colombiana a obtener el derecho al voto. Rojas Pinilla llamó al ministro de Gobierno de ese entonces, Lucio Pabón, y le manifestó que acordara con ella una cita en Bogotá para hablar sobre el tema. A Rojas le gustó la idea y se comprometió a colaborar (Citada en Chaparro, 1997, p.40).
Durante el gobierno de Laureano Gómez se había aprobado un proyecto de reforma constitucional, para lo cual se estableció una Asamblea Nacional Constituyente (ANAC), que terminó llevándose a cabo durante el gobierno de Rojas. Aprovechando la coyuntura, más de 3.000 mujeres firmaron una carta a la Comisión de Estudios Constitucionales para exigir los derechos civiles y políticos de la mujer. Las mujeres no podían hacer parte de la Asamblea, puesto que legalmente no eran ciudadanas; sin embargo, el expresidente Gómez había propuesto la figura de “representantes del presidente”, que les daba la potestad para participar de la Asamblea. Gracias a esta figura, el General Rojas presentó a cuatro mujeres para que hicieran parte de la ANAC: Josefina Valencia (titular) y Teresa Santamaría (suplente) por el partido conservador y Esmeralda Arboleda (titular) y María Currea (suplente) por el partido liberal.
La disputa en la Asamblea no fue fácil, las mujeres representantes tuvieron que sacar a relucir los más sólidos argumentos para explicar por qué tenían derechos civiles al igual que los hombres, intentando desnaturalizar imaginarios machistas que estaban muy arraigados entre los congresistas. Finalmente, después de un arduo trabajo, lograron que en 1954, por medio del acto legislativo número 3 se reconociera el derecho de las mujeres a elegir y ser elegidas”.
En el año siguiente (1955), Josefina tuvo el honor de ser la primera mujer en ocupar el cargo de Gobernadora del departamento del Cauca, y José Ignacio Bustamante, quien era propietario de la revista “Humanidad”, la que dirigía con la colaboración de Hugo Bustamante, su hijo, como jefe de redacción, y Jorge R. Amézquita, como gerente, escribió y publicó en ella, un excelente artículo que tituló “La gobernadora del Cauca”, en honor a esa valiente mujer que se sentaba por primera vez en un podio reservado para los hombres; en honor a la mujer payanesa, y en honor a la mujer: ese ser humano que hasta el momento había sido considerado frágil y que ahora reclamaba vehementemente sus derechos ciudadanos.
LA GOBERNADORA DEL CAUCA
“Es la primera vez en nuestro país que una dama asume altas funciones administrativas y escala —con el consenso nacional— la primera magistratura de su departamento. Dentro de las viejas tradiciones políticas, este hecho sencillo y elemental, toma las características de algo insólito, porque se le considera, a través de las citadas tradiciones, como un aventurado ensayo en los deleznables terrenos de la política y en los no menos difíciles de una acción administrativa progresista y eficaz.
Contra los que así piensan, nosotros afirmamos que no se puede prejuzgar el hecho en sí, ni aventurarse por los caminos del pesimismo para hacer de profetas interesados al enjuiciar prematuramente lo que aún no ha sobrepasado el campo de las simples posibilidades.
Con anteojos empañados por el prejuicio, es imposible obtener una visión clara y desprevenida de hechos que impone el ritmo acelerado del desenvolvimiento económico y cultural de los pueblos jóvenes de América. Las viejas tablas de valores se agrietan al contacto con las tozudas realidades que nos rodean, y la mujer impelida por esas mismas realidades, reclama su campo al sol y levanta sus propias banderas al lado de las que el hombre creía patrimonio suyo, exclusivo e irreemplazable.
Además, no está demostrado que la mujer sea inferior al hombre en los campos de la inteligencia, de la acción y del heroísmo. Si repasamos la historia universal, hallaremos irrecusables argumentos para allegar confirmaciones insignes a la tesis de la igualdad civil entre los sexos.
Creemos, por lo tanto, que el nombramiento de doña Josefina Valencia de Hubach, como gobernadora del departamento del Cauca amplía con justicia el “idearium” de la mujer colombiana; enaltece las altas tradiciones de Popayán y exalta las legendarias virtudes de nuestras estirpes, que atestigua en mármol imperecedero la sobria leyenda que, con motivo del IV Centenario de la ciudad, se adosó al muro de nuestra ilustre Casa Municipal: “EN HOMENAJE A LA MUJER PAYANESA; PARA MEMORIA DE SU VALOR SERENO, DE SU INTELIGENCIA, ABNEGACION Y PIEDAD; DE SU VIRTUD QUE PLASMÓ SABIOS, HÉROES Y SANTOS; DE SU ALTIVEZ Y LEALTAD SUBLIMES; DE SU PATRIOTISMO Y DE SU GRACIA”.