viernes, julio 18, 2025
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Estamos en mora con Popayán

HORACIO DORADO GÓMEZ – horaciodorado@hotmail.com

Me escribe un ex alcalde de Popayán, preocupado porque, “estamos en mora de iniciar una campaña arrolladora que se llame “cultura Popayán”. Cuánta razón tiene mi dilecto amigo para recuperar el valor relacionado con la forma en cómo interactúan las personas, cómo conviven y cómo se tratan unas a otras. Es que, esta ciudad, perdió la capacidad de la otrora “ciudad culta”, que tiene que ver con la cortesía, el respeto y el cumplimiento de las normas establecidas por la sociedad, para favorecer la convivencia y la participación de todas las personas. ¡Lástima grande! Popayán ya no aparece en ese listado nacional del calificativo imaginario construido tras el brillo de su linaje desde la colonia, que le pertenece a la sociedad, pero que a su vez se opone. Es una realidad que se volvió invisible. Claro que, esa ciudad culta tradicional, era una pequeña ciudad de provincia. Aquí su universo parecía triste, pero era verde. La niebla humedecida con los aires del Puracé con cierta delicadeza grisácea sobre las techumbres de las casas, aún cumple la función térmica y decorativa en esta bella región geográfica. Cómo no reconocer, esas coloraciones crepusculares del cielo sobre las cumbres de las montañas, en la acogedora ciudad, durante la salida y la puesta de sol. En el viejo Popayán, se predicaba la moderación, como principio rector de todas las actividades de la vida cotidiana, junto a la cual destacaban la buena educación, que solían ir de la mano. Ese fenómeno que tiene como antecedente la inquietud de la época, tendiente a regular la conducta adecuada para la nueva vida independiente, no sólo en el ámbito moral, sino también en las prácticas domésticas y sociales, denominados “buenos modales” o “buenas maneras”. Todo ese conjunto, contribuyó desde su realidad, a confrontar su apelativo culto entre las ciudades. Hoy Popayán, estudiada desde su conformación colonial, se centra la atención desde 1983 cuando el terremoto que afectó su territorio estableció un hito histórico en su temporalidad. En la actualidad, el país, como símbolo de paz, dejaron de consagrarlo al Sagrado Corazón. Ahora vivimos en una ciudad con amplias avenidas, pero con reducidos cerebros. Y aunque el sol y la luna iluminan a Popayán, para mantener su esplendor; estamos entre gentes reveladoras de la mentalidad de una sociedad subyugada por el poder, cimentada por la pacatería, propio de las personas que manifiestan excesivos escrúpulos morales y obsesiones, pero sin construir unas mínimas bases que hagan viable la ciudad, debido a la insuficiente cultura ciudadana para consolidar, tanto en lo público y lo político como en la vida cultural y social.

No hay disculpa, no puede existir ninguna, para que los encargados del poder público con todas las fuerzas vivas de la ciudad se recuperen la “Cultura Popayán”. La ciudad debe ser un sistema donde se concentren las mayores dosis de optimismo colectivo, de pensamiento, de riesgo, de desarrollo material y de ganas de futuro. El problema fundamental, estriba en cómo actuar de manera tal, que sea el máximo número de habitantes quien se beneficia de ella. Algo que será difícil realizar, sin las necesarias alianzas que apoyen, mostrándose de acuerdo que, a la postre, todas las decisiones que, desde la voluntad gubernamental, se construya la “cultura Popayán”. Empezando donde nació la ciudad, reviviendo su centro, volviéndolo un atractivo turístico, por su belleza arquitectónica. Pidiéndole a la ciudadanía que devuelva, los espacios para caminar, para disfrutar un café. Cómo negar que el centro es católico, pero caótico. Hay que incluirlo como turismo religioso, aunque ingresar al centro es difícil, haciéndolo poco atractivo al visitante, llámese turista o cliente. Los vendedores ambulantes, tienen derecho a trabajar, pero se apoderaron del espacio público, lo cual dificulta el tráfico peatonal y vehicular. Si queremos avanzar, el Centro debe transformarse. Claro, con soluciones para todos, hasta encontrar el camino y las diferentes alternativas, lideradas por la administración municipal, con diálogo, es la tarea de todos.

Civilidad: Una ciudad que busca como resolver sus problemas, siempre será una mejor ciudad.

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