Por: Julian Torres Sarria / Director Consejo Gremial y Empresarial del Cauca
En la Vitrina Turística de ANATO, el evento más importante del sector en Latinoamérica que se lleva a cabo en Bogotá, el Cauca tuvo la oportunidad de exhibir su riqueza cultural, productiva y natural ante más de 40.000 visitantes profesionales. Sin embargo, más allá de la promoción puntual, el verdadero reto es transformar el turismo y la producción en un polo de desarrollo sostenible que impulse el crecimiento del departamento.
Según Michael Porter, el éxito económico de una región no depende solo de sus recursos naturales o culturales, sino de su capacidad para estructurar clusters productivos, donde actores clave –empresas, gobierno, academia y sociedad– trabajen coordinadamente para fortalecer la innovación y la competitividad.
El Cauca es el quinto productor de café en Colombia, con gran reconocimiento por su calidad a nivel mundial, posee una biodiversidad excepcional con más de 500 especies de aves, y alberga patrimonios reconocidos por la UNESCO, como la Semana Santa de Popayán y los hipogeos de Tierradentro. Su gastronomía tradicional, declarada Patrimonio de la Humanidad, junto con su riqueza agrícola –frutas exóticas, caña de azúcar, cacao y aguacates– refuerzan su potencial exportador, productivo y turístico.
Como referente internacional, países como Costa Rica, Perú, México y Ecuador han sabido convertir su cultura, gastronomía e historia en modelos turísticos sostenibles que generan empleo, inversión y bienestar en varias de sus regiones. El Cauca no puede quedarse atrás: su problema no es la falta de recursos ni atractivos, sino la ausencia de una visión estratégica que integre sus fortalezas y las convierta en ventajas competitivas.
Si el Cauca lograra estructurar un modelo basado en los principios de clusters de Porter, se generarían encadenamientos productivos entre el turismo, la gastronomía, la cultura y la agricultura. Se podría potenciar el café como una experiencia vivencial en fincas especializadas, el turismo gastronómico a través de rutas que resalten productos autóctonos como la carantanta, el maíz y el ají de maní, y fortalecer la oferta cultural con visitas guiadas a iglesias históricas y presentaciones artísticas permanentes en el Teatro Municipal de Popayán. La interacción con comunidades indígenas y campesinas enriquecería la experiencia turística con saberes ancestrales, mientras que el aguardiente caucano y los escarchados de anís y menta aportarían identidad y tradición. Finalmente, el aviturismo, en auge a nivel mundial, consolidaría al Cauca como un referente en turismo de naturaleza.
Pero este potencial solo será una aspiración si los caucanos no creen en su propio territorio ni trabajan juntos para fortalecerlo. No se puede esperar desarrollo si cada avance es frenado por conflictos internos y bloqueos que afectan la productividad. Mientras el Cauca se estanca en disputas, otras regiones avanzan, consolidando su competitividad y aprovechando oportunidades que aquí aún se desaprovechan.
Es urgente un cambio inmediato: se necesita renovar liderazgos, adoptar nuevas formas de pensar y actuar, y consolidar una visión colectiva de progreso, aprovechar el recurso humano de la Universidad del Cauca y su carrera profesional de turismo, el aporte del SENA en sus estudios técnicos y tecnólogos con sus guías, baristas; el esfuerzo de los gremios como Cotelco, Acodrés, Arcau, Ascavitur, la asociación de guías, la Cámara de Comercio del Cauca, entre otros, para abrir espacios comerciales y materializar estas ideas.
La región demostró que el Cauca puede competir y destacarse, pero la motivación no puede ser pasajera. El turismo y la producción deben impulsarse de forma constante, no solo como reacción a un evento o feria.
El éxito no es para quien más potencial tiene, sino para quien mejor sabe organizarse y aprovecharlo. Hoy, el Cauca tiene una oportunidad única de avanzar, y depende de sus propios habitantes convertir esa oportunidad en realidad.