Gustavo Adolfo Constaín Ruales. – X@moldergc
Capítulo I_88.
“El hombre en su afán infantil, ateo, científico para algunos, consideraron enviar mensajes por diferentes medios al espacio infinito, todo con el fin de contactar a semejantes a nosotros, o solo por el afán mezquino de desvirtuar la existencia de Dios, afirmando que solo somos uno más de miles de existencias o hijos de las estrellas. En la historia del hombre, siempre un pequeño grupo de científicos deciden por una inmensa mayoría que no comparten su opinión. Entre otros eventos, un pequeño grupo de científicos que se consideraban mejor que los demás –por tener una mente abierta-, diseñaron bestialidades tales como: el gas mostaza, la bomba atómica, los virus para guerra biológica, por nombrar algunos “adelantos científicos”. Estos científicos colaboraron con gusto, en muchos de los campos de exterminio de la humanidad, su máxima -el fin justifica los medios- experimentaron en hombres, mujeres y niños considerados enemigos, enfermedades, que con el tiempo podrían evitar en sí mismos y sus iguales. Solo eran disculpas, la mayoría de los casos eran puro sadismo y perversidad.
En el contacto peligroso con especias no humanas, porque la mayoría consideran que enviar este tipo de mensajes es como si un hormiguero (la humanidad) enviara señales morse a entidades súper avanzadas. El final no sería muy agradable para nosotros, el hecho que una especie avanzada científicamente sea avanzada moralmente es dudoso. Nuestra propia especie ha avanzado grandemente en el conocimiento, pero nos seguimos matando.
Hemos enviado mensajes al espacio exterior por medio de señales de radio, laser y discos de oro enviados en las sondas espaciales Voyager 1 y 2, donde se explica tácitamente donde estamos ubicados en el espacio, es como publicar la dirección de mi casa, con los datos de quienes habitamos allí y lo que poseemos, en la web. Es una estupidez increíble.
Si, hemos recibido respuesta, claro que sí, las cuales se han catalogado y se les ha nombrado con nombres rimbombantes como la señal Wow (guau en español), cuyo nombre se debe a que el operador que recibió el mensaje del espacio, se asombró y de allí su nombre. La señal de radio duro 72 segundos y estaba en la línea de hidrogeno neutro, una frecuencia usada para buscar señales alienígenas”.
Silvio revisaba este ensayo sobre la vida extraterrestre que planeaba leérsela a sus discípulos, lo redacto, revisando cientos de archivos, fotos, documentos desclasificados de varios gobiernos, otros documentos secretos que ni se acordaba quien los envió y demás datos enviados por amigos y conocidos de todo el mundo que estudiaban el fenómeno OVNI.
Encontró una carpeta que había amarrado con un cordel rojo –para no olvidarse- como le enseño su madre, pero si la había leído no se acordaba de su contenido. Desenredó el hilo del cordel con cuidado, como si lo que estuviera en su interior fuera un tesoro, y cuando lo leyó, de verdad era un tesoro. Un amigo astrónomo desde Australia había enviado por correo certificado, una USB. Era una copia de lo que sucedió un día de mayo del 2021. Una señal de radio fue recibida en el radiotelescopio de Askap, localizado en el medio oeste australiano, fue un mensaje de 13 segundos, con sonidos indescifrables para nosotros y segundos después un mensaje laser, con ocho símbolos.
La IA del complejo automáticamente guardo los sonidos y los gráficos enviados. Por “error” borraron el original del mensaje, una copia de seguridad se guardó en un drive. El científico en la revisión diaria de los datos recibidos, encontró el backup de los datos y lo comento a sus superiores. Le respondieron que no se entusiasmara demasiado, que en realidad la señal de radio recibida, fue el rebote de una señal enviada hace años que choco con un especié de plato en el espacio y se devolvió. El australiano sabía que la probabilidad estadística de esa colisión era muy improbable y que habían hallado algo muy grande. La copia conseguida la compartió con solo dos personas en el mundo y Silvio fue la segunda persona.