Por Eduardo Nates López
La vergonzosa asonada que les está propinando “la ciudadanía” de la vereda El Plateado” del municipio de Argelia, Cauca, absurdamente instrumentalizada, al ejército y la policía, da para toda clase de elucubraciones. Y una de ellas es que eso viene pasando desde hace tiempo, con otros procesos sociales, incluyendo, desde luego, el proceso político de las elecciones presidenciales. Creo que a nadie se le quedaron por ver los innumerables videos que inundaron las redes en esa época, en los cuales estaban las filas de votantes, juiciosas y sin chistar, votando por el inefable candidato que hoy ostenta la presidencia de la república, “acompañados” por otra fila paralela de actores armados, de lo cual se dijo que eran unas “elecciones libres y espontaneas”…
El comentario público es que “El Plateado es el segundo Catatumbo” y vale la pena plantearse si no podría usarse el retruécano para decir que “El Catatumbo es el segundo Cauca”…
No es tan difícil precisar cuál es la génesis de los inmensos problemas, casi insolubles de El Plateado, en el cañón del rio Micay. Es evidente que la causa visible es el narcotráfico. Pero la razón por la cual este negocio se instaló, “como Pedro por su casa” en esa región no puede ser otra que el abandono ancestral e irresponsable de gobiernos tras gobiernos en los últimos 80 años. En el Cauca, nos hemos acostumbrado sumisa y vergonzosamente a que el desarrollo, o por lo menos las obras elementales de infraestructura, lleguen con alrededor de un siglo de atraso. (Me acordé del bolero: Un siglo de ausencia…). O sino recordemos que desde la época de la colonia, (hace 200 años), cuando Popayán fue importante, se viene hablando de la carretera al mar y hoy continuamos discutiendo cómo debe ser el diseño… O de la carretera Popayán-Pasto, que todavía estamos usando el diseño de hace 93 años (cuando la guerra con el Perú, en 1932) a pesar de las muchas adversidades y tragedias que hemos vivido por no construir la vía por donde técnicamente debe ser.
Por supuesto, una región geográficamente bella, de una feracidad insuperable, estratégicamente ubicada, atravesada por el rio Micay, que la comunica fácilmente con el océano Pacífico, era “bocato de cardinali” para los negocios ilícitos, (Narcotráfico y Minería ilegal). Y querámoslo o no, de eso vive. Y, obviamente, hoy hay una guerra de ilegales, por el dominio de los negocios de la zona.
Un día, apareció en el cielo una manada de helicópteros con funcionarios del gobierno actual, ataviados de chalecos antibalas, tapabocas y gafas negras, con cámaras fotográficas y de televisión, anunciando orondos: ¡¡“llegó el progreso”!!
Se tomaron fotos y videos, conversaron con algunos ciudadanos curiosos y atemorizados, y por la tarde retornaron a sus despachos en Bogotá y jamás volvieron a aparecer…
Lo mínimo que puede pasar es que desprecien este sainete que les presentó el gobierno, arrecie la guerra en la que están, y sigan en sus planes de crecimiento y dominio… Ya se sabe que las obras de infraestructura (carreteras, con alcantarillas y afirmado; puentes y demás) las construyen quienes dominan la región… que, obviamente, no es el estado legal…
Eso es lo que está pasando en Colombia: Cauca, Catatumbo, Jamundí, Chocó, Nariño, y con certeza, otras regiones en la fila… Mientras tanto nuestro inefable Gustavo Petro, viaja incansablemente por el exterior y en los ratos que visita Colombia se dedica a la campaña por reelegirse (él o en cuerpo ajeno…).
En el libro: “Cómo mueren las democracias”, afirman sus autores que… “uno debe preocuparse cuando un político rechaza, de palabra u obra, las reglas del juego democrático; niega la legitimidad de sus oponentes; tolera o alienta la violencia; o da a entender que tiene la voluntad de coartar las libertades civiles de los oponentes, incluidos los medios”… Al revisarlas necesariamente aprecié un retrato del comportamiento de Petro y lo asocié con lo que sobre él dijo su Embajador en USA: “…un autócrata… por ser de izquierda no deja de ser un autócrata” …