En las zonas rurales de Colombia, donde el acceso a la tecnología y la educación especializada sigue siendo un reto, un modelo educativo innovador está transformando vidas y territorios. A través de sus Institutos Técnicos y Agroforestales (ITAF), Smurfit Westrock está impulsando una nueva generación de jóvenes mujeres en ciencia y tecnología, demostrando que la educación STEAM es una herramienta clave para el desarrollo sostenible y el cierre de brechas de género.

Esto es importante ya que, en Colombia, solo tres de cada diez personas que se gradúan en carreras STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son mujeres, según datos del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología en el estudio ‘Género y STEAM en Colombia’.
Ubicados en El Tambo y Cajibío (Cauca) y Calima Darién (Valle del Cauca), los ITAF han convertido la innovación en una oportunidad tangible para sus estudiantes, especialmente para niñas y jóvenes que, gracias a metodologías aplicadas y el acceso a nuevas tecnologías, están llevando sus ideas más allá del aula e impactando positivamente sus comunidades, mientras fortalecen sus competencias técnicas, fomenta su autonomía, creatividad y liderazgo
A propósito de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, conmemorado el 11 de febrero, vale la pena conocer historias que dan testimonio del potencial que surge cuando se invierte en educación rural con visión de futuro.
Historias de innovación: cuando la tecnología transforma el territorio
Dos ejemplos de este impacto son Daniela Olave y Ana María Valdés, jóvenes estudiantes que han logrado llevar sus ideas más allá de las aulas, participando en competencias nacionales y contribuyendo al bienestar de sus comunidades.
Daniela Olave y las huertas verticales inteligentes
Daniela, estudiante de décimo grado del ITAF en Cajibío, desarrolló un sistema de huertas verticales con sensores de humedad y bombas automatizadas para el riego. Su proyecto, que optimiza el uso del agua y mejora la productividad agrícola, le valió un lugar en el Encuentro de Semilleros Zonales del SENA en Pasto y en el Simposio de Investigación e Innovación en el Valle del Cauca.
“La tecnología nos permite mejorar los procesos en el campo y darle una nueva cara a la agricultura. No solo nos ayuda a innovar, sino a demostrar que las mujeres también podemos liderar estos cambios”, comenta Daniela.
Ana María Valdés y el sistema de riego automatizado
Por su parte, Ana María Valdés, estudiante de noveno grado del ITAF en El Tambo, ha trabajado junto a su equipo en el prototipo de un sistema de riego automatizado que regula los niveles de humedad y temperatura en invernaderos. La iniciativa fue premiada en el Desafío Científico del Banco de Bogotá a través de una de sus compañeras como líder del equipo y ha sido presentada en eventos como el “Día de Ada Byron en Mujeres en STEAM” en la Universidad Javeriana de Cali.
Gracias a estas experiencias, Ana María ha ampliado su interés en la programación y la ciencia aplicada, con planes de desarrollar proyectos a escala real en su comunidad. Además, con el apoyo de un Fondo Rotatorio, ha iniciado un sistema de lombricultura que incorpora tecnologías para monitorear humedad, acidez y temperatura.
Del aula al territorio: la innovación como motor de cambio
El impacto de estas iniciativas va más allá de los ITAF. Daniela y Ana María representan cómo la educación STEAM puede cerrar brechas de género y transformar comunidades rurales. Sus logros inspiran a otros jóvenes y demuestran que el conocimiento, aplicado al territorio, tiene el poder de generar un desarrollo sostenible y real.